Entrevista a Eduardo Mohedano

Hoy visita el blog un escritor novel de la Asociación de Escritores de Madrid. Él es Eduardo Mohedano.
¿Quién es Eduardo Mohedano?
Eduardo Mohedano es un hombre del Renacimiento interesado por muchas cosas desde la infancia y frustrado por la falta de tiempo para aprenderlas o ponerlas en práctica.
Un teleco, hombre de ciencias como tú ¿cómo termina dedicando una parcela tan grande de su vida a las letras?
Desde pequeñito me gustaban ambas ramas del saber, tanto las ciencias como las letras. A los 16 años, obligado a elegir por el sistema educativo español que desde hace décadas gusta de producir ovejas clónicas como Dolly, decidí pedir consejo a mi tutor, quien me recomendó ir por ciencias porque “tiene más salidas profesionales”.
Quizá acertó porque hasta ahora nunca he estado en el paro, pero no sé qué habría sido de mi vida de haber elegido letras, quizá ahora sería rico, o famoso, o ambas cosas (risas).
¿Qué es lo que más te gusta del proceso de escritura?
Lo describe a la perfección el poeta y rapero Nach en su canción Lo imposible:
Solo yo, mi voz, mis afectos, mis defectos y mi intelecto,
con ellos puedo traer manantiales al desierto,
sobrevolar cordilleras, ¡ser quien yo quiera!
Ser lo que yo quiera.
Puedo convertir areniscas en diamantes,
transformar partículas microscópicas en colosos y gigantes,
andar sobre las aguas más errantes.
No quiero fans, no busco discípulos ni militantes,
cuando hago poesía… cuando hago poesía
busco amantes,
no hay nada más emocionante.
No quiero fama ni homenajes ni brillantes,
cuando hago poesía me encuentro con mi después, con mi antes,
no hay nada más importante en estos tiempos trepidantes.
Escribir no es tu trabajo nutricional, por lo que no puedes contar con un horario laboral dedicado a esta tarea. Cuéntame cómo te organizas para escribir.
Pues me organizo fatal (risas) porque utilizo tiempo robado al sueño y al ocio, así que no sé si le estoy ganando un pedacito de eternidad a la muerte o si, por el contrario, estoy adelantando su llegada de manera inútil.
En cualquier caso, para mí, escribir no es un pasatiempo sino una auténtica vocación que llevo a cabo desde niño y en este momento siento que se ha convertido en una misión.

Es llamativa tu obra «Las nueve agujas del reloj» en la actualidad. Un hombre 3.0 que añora el Romanticismo, pero que a veces se instala en el Surrealismo e incluso en el Existencialismo. ¿Te hubiera gustado ser un hombre del S. XIX?
Sin duda. O del Siglo de Oro como Lope de Vega, a quien considero mi mayor maestro.
El siglo XXI padece dos grandes problemas: la superficialidad y la sobreinformación. El verdadero conocimiento se ha hecho tan accesible gracias a Internet que el sabio es despreciado y el ignorante se cree al mismo nivel. Y encima ambos grupos tendemos a creernos libres, cuando lo cierto es que nuestras vidas están muy condicionadas, incluso teledirigidas.
En el surrealismo encuentro la libertad porque me abstraigo de la cruda realidad, escapo de la racionalidad y doy una oportunidad al subconsciente reprimido por las convenciones sociales y por las leyes de la física.
Te gusta el teatro, de hecho has hecho alguna participación como actor amateur. ¿Te ves representando tu obra sobre las tablas?
Representándola no, no soy tan actor y nunca lo seré por falta de horas de dedicación. Me gustaría verla en manos de una compañía profesional, el texto es muy potente y permite que los grandes actores se puedan lucir en el escenario.
Hay momentos que pueden ser memorables, como la invocación al diablo o el duelo frente a frente contra el maligno en el infierno, que en el fondo somos nosotros mismos ante el espejo de nuestro pasado, con la impotencia de no poder cambiar las cosas que salieron mal. Como se dice en el libro: “lo que pudo ser y no fue”.
Háblame de tu siguiente reto literario.
Estoy trabajando de hecho en la teatralización de Las nueve agujas del reloj, que es una historia en verso llamada más a los escenarios que a las librerías. Mi gran reto es reducir la duración de la obra sin desgraciarla gravemente.
En paralelo he acabado un poemario romántico-erótico con Maribel Domínguez Duarte, que esperamos publicar cuando la pandemia nos deje. Y ya he empezado otro poemario análogo con María Morales Santos. Las nueve agujas del reloj es un libro muy erótico y de momento sigo en esa línea en cuanto a poesía.
En lista de espera tengo una novela ambientada en la Guerra Civil Española, que comencé hace años y todavía no he podido culminar. En ella no hay un bando bueno y un bando malo como nos hacen creer hoy en día, sino personas y dirigentes buenos, malos y regulares.
Dos escritores contemporáneos a los que admiras.
Arturo Pérez-Reverte porque se siente libre y no se muerde la lengua frente al pensamiento único.
Álvaro Tato, uno de los pocos que escriben teatro en verso en la actualidad. Envidio a Álvaro porque acertó a ser la persona que pude ser y no fui.
En tres líneas, ¿por qué crees que «Las nueve agujas del reloj» atraparía a una persona que no es lectora habitual de poesía?
Contiene muchos poemas pero no es un poemario sino una narración en verso. Cada capítulo cuenta una pequeña historia y unidos forman una gran historia mezcla de subtemas y estilos, original, diversa y entretenida. Nunca han leído nada igual.
TEST DE SONIA
Té o café: Té en el desayuno y café en la sobremesa
Invitarías a café: Invitaría a Félix Lope de Vega, para que me contara sobre todo cómo lograban escribir en el Siglo de Oro con esa perfección inalcanzable sin ordenadores, ni diccionarios de sinónimos ni todas las herramientas de las que disponemos hoy en día.
Si fueras un libro serías: «Cosmos» de Carl Sagan, es el segundo culpable de que yo estudiara Ciencias
Ahora mismo estás leyendo: «Antología poética» de José Hierro, merecidísimo premio Cervantes.
Un libro pendiente de leer: Todos los del universo escritos desde el principio de la humanidad y que sean enriquecedores, pero el maligno se lleva el tiempo para que no lo consiga porque pretende guardarse para sí todo el conocimiento. Cuando leáis «Las nueve agujas del reloj» me entenderéis mejor (risas).
Leyendo a Eduardo podrás pensar que es un hombre que ha viajado en una máquina del tiempo y se ha quedado atrapado en el siglo XXI.
De cualquier modo es un hombre que ama y le pone pasión a todo lo que hace y el resultado es la satisfacción que siente.
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