7 pecados capitales y los escritores
Soy pecadora y tú, también.
Espera, no te marches aún, dame una oportunidad. Lo plantearé de otra manera; que levante la mano quien considere que ha cometido en algún momento de su vida alguno de los siete pecados capitales (o todos). Claro, si no eres católico practicante, esto te toca un pie, pero la realidad es que la lujuria, gula, avaricia, envidia, soberbia, ira y pereza existen. Y los escritores caemos con frecuencia en estos pecados (males, si lo prefieres).
¿Qué relación hay entre la escritura y los pecados?
Te contaré un secreto. El escritor, ante todo, es persona. Sé que esto a veces no parece así, pues algunos están endiosados y otros parecen tener el don de la invisibilidad. Luego estamos los escritores hormiga; sí, los que vamos poquito a poquito trabajando para hacernos un hueco relevante ente el dios y el hombre invisible. Por ello, por esa condición de persona que nos caracteriza, cometemos muchos errores y caemos en la tentación de los pecados capitales en algún momento. Sí, es así, me juego mi pluma de la suerte a que tú también has pecado.
Esta semana le he pedido a tres valientes escritores que se confiesen, he tenido la osadía de pedirles que me cuenten esa relación personal e íntima que mantienen con los pecados capitales. Creo que lo justo es que yo haga también un examen de conciencia y me confiese la primera.
Debo reconocer que yo, Sonia Martínez autora de
soy pecadora. La avaricia es mi peor pecado porque he caído en los siete. Los quiero todos para mí. Vale, está bien, ya en serio. Lujuria, gula y pereza son mis tres pecados capitales. La RAE define la lujuria como “exceso o demasía en algunas cosas” Y por mi parte, debo confesar que los libros y la lectura son mi debilidad. No encuentro saciedad, siempre quiero más; quiero leer más, escribir más, aprender más, conocer a más escritores y lectores. La gula está muy en línea con la anterior, pues, aunque se trata de un “exceso desordenado de comer y beber”, en el pasado era cualquier forma de demasía. Y sí, ya he dicho que no tengo medida con los libros y escritura. Finalmente, reconozco que he caído alguna vez en la pereza. Parece contradictorio, sin embargo, a la hora de escribir, en algún recóndito momento, que ahora no recuerdo, la pereza ha venido a visitarme. Y es que más atractiva me resultaba la idea de leer que de escribir.
La escritora Sylvie Riesco es la autora de dos libros solidarios cuyos fondos se donan al proyecto “Avanzadoras” de mujeres en riesgo de exclusión social de Intermon y a la Fundación Aladina.
Ella me revela lo siguiente:
“Siete pecados capitales y toda una vida para poder coquetear con ellos…sin embargo, desde que soy escritora puede que haya dos que en los que, confieso, he caído.Para mí escribir está tan ligado a leer que lo uno me ha llevado a lo otro y los dos se retroalimentan en mi vida. Esto hace que practique, como lectora, la GULA a diario. Gula de querer engullir más y más contenidos. Poder saborear lo que hombres y mujeres han escrito antes que yo, degustar lo que se cuece en los hornos de la literatura sobre mujeres, especialmente en las cocinas de Inglaterra, Estados Unidos o Francia. Es raro no sentir esa sed. Quiero beber y beber y por eso atesoro bien todo lo que puedo en mi “despensa”. Allí acudo con ímpetu en el momento del desayuno y justo antes de ir a dormir. Es imposible no escuchar su mensaje hipnótico “cómeme”, “bébeme”… debe ser que soy un poco Alicia.Por otra parte, como escritora, admito haber caído en las redes de la AVARICIA “literaria”, si así puedo bautizarla. Quiero siempre más. Apenas había publicado mi primer libro “La Magia de la Leche”, ya estaba pensando en qué casos de crianza o lactancia eran especiales para poder hacer una edición revisada incluyendo esos capítulos. Es la sensación de querer llegar más y más lejos, a cuanta más gente mejor. En cuatro años, “La Magia de la leche” tiene ya tres ediciones y cada una ha sumado más y más páginas a las originales “historias de amor con mucho sabor”. Ahora caigo: tal vez por eso soy consumidora de “Gula” y “Avaricia”…. No me siento nunca saciada y por eso quiero siempre más.”
También, con algo de vergüenza, le pedí lo mismo a la psicóloga y escritora Esther Varas Doval autora de
Y ella se confiesa así: “La pasada mañana 11 de mayo en la Feria del libro de Toledo tuve el placer de conocer a Sonia Martinez, ambas compartimos stand con la ilusión de dar a conocer nuestro trabajo en la Magnifica ciudad de Toledo. Con el pasar de los minutos y de los viandantes carecientes de interés por nuestras obras, Sonia me comento que estaba escribiendo sobre los pecados capitales que un escritor podía tener. Esta pregunta me hizo reaccionar y dejar de observar a los turistas que se concentraban en la Plaza Zocodover. Por un momento todos los pecados capitales se hicieron un hueco en mi mente, ¿habría sido lujuriosa en mi escribir? O tal vez ¿envidiosa o soberbia?… Madre mía! por un momento cumplía con todos los requisitos necesarios para identificarme con estos siete amigos. Sin embargo después de reflexionar, siento que como escritora he caído sobre todo en la envidia, entendida como que me encantaría algún día tener la sabiduría, facilidad para escribir y el número de seguidores que tiene Deepack Chopra, magistral tanto en sus libros de física cuántica como en sus conferencias. A raíz de esta reflexión pequé con la ira, después de tantos años escribiendo (nueve libros publicados y once escritos) a pesar de las trabas con los Editores, los representantes, con la falta de ventas o con el escaso presupuesto e interés que asciende en nuestra sociedad por la cultura y los escritores, no he conseguido poder ayudar a todas las personas que lo necesitan, pues ese es mi objetivo con los libros, que caigan en las manos de las personas que están pasando por un mal momento personal y que no pueden o no quieren ir a un psicólogo para solicitar su ayuda.Si amiga, soy culpable por sentir envidia y e ira, por no ser tan popular como para que mis libros los lean todas las personas que necesitan ayuda.Besos desde mi rincón de pensar.”
No solo las mujeres somos pecadoras, también los hombres caen en los siete magníficos. El escritor Manolo García Sanahuja, autor de
admite haber pecado: “En mis escritos, como todo el mundo, cometo ciertos pecados capitales, aunque intento que sean los mínimos posibles, pues soy muy perfeccionista.Sin duda, uno de ellos es intentar comunicar la mayor cantidad de información en el menor espacio posible, lo que lleva consigo que, en ocasiones, tenga que volver a reescribir todo o parte de un párrafo por quedar algo ininteligible.Por supuesto, en ocasiones, me da una pereza horrible ponerme a escribir. Me coloco delante del portátil y me apetece hacer cualquier cosa menos entrar en la historia que estoy escribiendo, teniendo que hacer verdaderos esfuerzos para ponerme a ello.En esta misma línea, uno de mis problemas es que tengo la manía de no apuntar cuando tengo alguna idea genial, así que luego la olvido o no la recuerdo en su totalidad, por lo que la genialidad se queda en una simple “buena idea”, sin más adornos.De envidia nada, es más, creo que me envidian a mí. ¿Soberbia? Tampoco, me conoces y sabes que no es así. Gula sí. Me compro muchos libros por el afán de tenerlos e incluso algunos ni los leo.” Sylvie, Esther, Manolo, gracias. Muchísimas gracias por abrirme esa parcela de vuestra intimidad como escritores. Os confesáis pecadores, pero yo no puedo cerrar este artículo sin destacar vuestras virtudes, porque los tres gozáis de la generosidad, dedicación, alegría y, Manolo, te copio la palabra genialidad, porque así son vuestros escritos, geniales.
Es un honor que os hayáis cruzado en mi vida y un placer contar con vuestro conocimiento, simpatía y sinceridad. No es fácil abrirse al lector de esta manera tan vulnerable y vosotros lo habéis hecho con belleza y elegancia. A ti, lector, además de mostrarte a escritores como nunca antes los habías conocido, te regalo esta lista de lecturas ideales para este verano. Si eres mujer, estás embarazada o tienes hijos, no puedes dejar de leer a Sylvie; si lo que te gusta es la historia, los libros de Manolo son perfectos. El gato Madriles te contará la historia de la ciudad desde una perspectiva muy especial y original; para conocerte mejor, superar momentos difíciles o solo por el hecho de darte el placer, no dudes en leer a Esther.
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