Alcohol servido en teteras

Alcohol servido en teteras

Alcohol servido en teteras para las damas de bien en España. Sí, esta semana no viajaremos mucho en el tiempo, tan sólo nos iremos al siglo pasado que, aunque nos parezca lejano, es en el que nacimos la mayor parte de los lectores de este artículo.

En concreto nos vamos a centrar en los comienzos de la II Guerra Mundial, pero no vamos a hablar de nada relacionado con la política ni con la historia en esta ocasión. Hoy te voy a contar una curiosidad que desarrollo en mi novela Anna, no mires atrás.

Durante este periodo de la historia de nuestro país, el papel de la mujer no hace falta que te cuente cuál era.

En España los hombres contaban con cafés donde mantener sus charlas a la vez que degustaban una copita (o las que se terciara) de coñac (o de lo que cada uno deseara). Esto no era así en el caso de las mujeres que, no sólo carecían de estos lugares, sino que no estaba bien visto que bebieran alcohol en público.

Esta situación se daba en nuestro país, porque en el resto de Europa no sucedía lo mismo, avanzaban algo más rápido que nosotros. En Francia o Inglaterra, por ejemplo, existían salones de té en los que se reunían las mujeres de la alta burguesía a tomar el té y a charlar de sus asuntos.

Por suerte, llegó una extranjera, como no podía ser de otra manera, para ponerle remedio. ¿Quién era ella? La irlandesa Margaret Taylor. Mujer muy bien relacionada que había viajado por todo el mundo acompañando a su marido comerciante de quien llegó a España divorciada. En el Paseo de la Castellana vio el lugar perfecto, pues le recordó, salvando las distancias, a los Campos Elíseos, y fue allí donde decidió abrir el salón de té Embassy en 1931.

En este lugar las damas de la alta sociedad degustaban lo que Margaret bautizó como «tés especiales». Ella conocía bien los gustos de sus clientas. Sabía cuál era el té especial que cada una prefería. De modo que cuando cada dama pedía un té especial, ella servía la tetera con el espirituoso que cada clienta prefería. Las teteras de porcelana fina de Embassy escondían un secreto a voces entre las damas de la clase alta madrileña.

Teniendo en cuenta la neutralidad de España y la cercanía de Embassy a las embajadas, el salón se convirtió en un sitio fascinante. Igual era el refugio perfecto de judíos frente a la embajada nazi, que un nido de espías inglés. A la vez que todo este entramado histórico sucedía, el salón de té se convirtió en el lugar de encuentro de mujeres de la alta sociedad que podían acudir sin compañía y beber en público sin censura alcohol. Eso sí, alcohol servido en tetera.

¿Conocías esta historia? Si te gusta y la quieres ampliar, te invito a leer Anna, no mires atrás para disfrutar de esta parte apasionante de nuestra historia más reciente.

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