Sitio de Cartagena
El artículo de esta semana está dedicado a una batalla de la historia: el sitio de Cartagena.
¿Qué es el sitio de Cartagena?
Este nombre se refiere a las operaciones militares que tuvieron lugar en Cartagena entre las fuerzas nacionalistas y las tropas del Gobierno durante la rebelión cantonal.
Vamos a contextualizar un poco para no perdernos.
Nos encontramos en el siglo XIX. Como ves, no muy lejos. Amadeo de Saboya había recogido sus cosas y se había marchado entregando a las Cortes las llaves del palacio Real de Madrid. La tensión era tal que debió pensar «ahí os quedáis, españoles. Os matáis entre vosotros». Algo parecido a lo que meses más tarde dijo el presidente Estanislao Figueras: «Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!».
El idilio fue corto, tan sólo un par de años nos aguantó el único rey electo que ha tenido España. Tras él, nace la I República, que nos duró menos aún. Un año fue suficiente para que pusiéramos en el trono otra vez a la monarquía borbónica. Era el turno de Alfonso XII.
Pero antes de que este Borbón llegase, en ese impasse entre reyes, los cartageneros aprovecharon para alzarse.
Cartagena, además de una de las ciudades costeras del sureste español más bonitas, es una importante fortaleza militar y una de las bases de la Armada, por lo que no es de extrañar que se convirtiera en el epicentro de la rebelión cantonal.
Durante un tiempo, los cartageneros fuimos la pesadilla del Gobierno central. El plan estaba claro: dividir el país en cantones, es decir, repúblicas semiindependientes al margen del gobierno central. Desde Cartagena consiguieron extenderse a diferentes ciudades del este.
Como imaginarás, el Gobierno reaccionó ante tal situación y envió al Ejército a los puntos más problemáticos. El cantón de Cartagena fue el último en caer, no sin antes conseguir llegar lejos.
De la utopía a la realidad
El 12 de julio de 1873, la ciudad se proclama cantonalista y con ella su flota y ejército. Quienes no están de acuerdo, tienen libertad para marcharse. Los que se quedan tienen que organizarse y el gobierno nuevo necesita bienes, así que deciden conseguirlos expropiándole todo a la Iglesia, también se queda con las herencias.
Pero claro, el sueño dura lo que dura y desde el principio sufre el asedio de las tropas del gobierno centralista que, por otro lado, no le hace la menor gracia perder uno de sus puertos más importantes. La ciudad acaba sitiada por tierra y mar con el general Serrano al mando. Las consecuencias fueron devastadoras porque los bombardeos se sucedían de manera ininterrumpida, más de mil proyectiles caían en la ciudad al día. La experiencia se salda con miles de muertos, unos trescientos edificios completamente destruidos y unos 1500 tocados. En toda la ciudad sólo quedaron intactos 27. Esto en cuanto a bienes materiales, porque las pérdidas humanas dolieron más.
Los cantonales habían resistido gracias a las reservas de bacalao y sardinas en salazón, pero el paso de los meses hacía insostenible la vida dentro de la ciudad y el hambre y la sed imposibilitaban ya la defensa.
Tras la rendición, el Gobierno otorgó la amnistía a los rebeldes menos a los integrantes de la junta. Para ellos no había más posibilidad que el exilio o la ejecución y como sucede con los sueños, se acaban en cuanto despiertas. En enero de 1874 se terminó la aventura cantonalista con una Cartagena devastada con muertos en cada calle.
Cartagena no es sólo una de las ciudades más seductoras del Mediterráneo, sino que, gracias a su condición de milenaria, cuenta con una historia tan excepcional que merece la pena conocer.
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Aprovecho para recordarte que hoy estaré en Cartagena presentando mi última novela Anna, no mires atrás.
Gracias por compartir Sonia, apasionantes cartageneros, siempre me sorprende su acento más del centro que de la costa.
Una gran historia la de Anna, no mires atrás, dinámica, divertida y con una calidad literaria excepcional, imposible parar de leerla hasta terminarla, Enhorabuena!!!!!
Gracias a ti por estar al otro lado, por leerme y hablar de Anna con tanto cariño.
Un abrazo.