Dos curiosidades de la Navidad

Dos curiosidades de la Navidad

El paseo por la historia esta semana nos acerca a unas fechas especiales para muchos, odiadas para otros. Hoy hablamos de dos curiosidades de la Navidad.

No importa del equipo que seas, te guste o no la Navidad, este artículo es para ti. Lo sé porque te conozco, eres de los que se interesa por descubrir la historia desde otra perspectiva, esa que encuentras cada semana en este blog.

Así que, abróchate el cinturón que la aventura comienza.

En términos generales y en lo que respecta a su origen y carácter global ya te hablé de la Navidad en el artículo «La Navidad es para todos», que te gustó y sorprendió a partes iguales.

Y hoy te quiero contar dos curiosidades de la Navidad.

La primera de las dos curiosidades de la Navidad tiene que ver con el árbol.

Porque sí, tiene relación con el cristianismo. Verás, sigue leyendo.

En el siglo VII a.C. Jeremías dijo: «las costumbres de los pueblos son vanidad porque un leño con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva». Con estas palabras rechaza la vanidad propia del paganismo de adorar objetos sin valor en vez de venerar al Señor, el Dios verdadero.

No existía el árbol de Navidad como tal, aunque sí que contaban con la costumbre ancestral de cortar un árbol para adornarlo o, como hacían los babilonios, para dejar regalos debajo del mismo.

El cristianismo no consiguió erradicar las costumbres paganas y optó por adoptarlas y transformarlas.

Claro que leyendas no faltan.

Por ejemplo, se dice que esta costumbre nació con el evangelizador inglés San Bonifacio. Tras discutir con unos druidas cortó un árbol y en su lugar plantó un pino perenne como símbolo del amor de Dios. Ese pino se convertiría en el venerado por ser representación del árbol del niño Jesús. Lo adornaron con manzanas, que simbolizaban el pecado original, y velas como la luz de Jesucristo.

A partir de entonces se empezaron a talar abetos durante la Navidad.

Se dice que, en el siglo XVI, en Alemania, Lutero dando un paseo por un bosque apreció lo bonitas que lucían las estrellas entre los árboles. Tanto le gustó la visión que se llevó un árbol a casa y lo decoró con velas para simular la luz de las estrellas.

El árbol de Navidad recuerda al del paraíso de cuyos frutos comieron Adán y Eva de donde vino el pecado original, pero también representa el árbol de la vida o la vida eterna, por ser de hoja perenne.

Recordemos estas palabras de Juan Pablo II: «En invierno, el abeto siempre verde se convierte en signo de la vida que no muere […] El mensaje del árbol de Navidad es, por tanto, que la vida es siempre verde si se hace don, no tanto de cosas materiales, sino de sí mismo: en la amistad y en el afecto sincero, en la ayuda fraterna y en el perdón, en el tiempo compartido y en la escucha recíproca» (Juan Pablo II, Audiencia, 19 de diciembre de 2004).

La forma triangular del árbol simboliza a la Santísima Trinidad.

El árbol de Navidad y los regalos son un modo de recordar que del árbol de la cruz proceden todos los bienes. Por eso tiene un sentido cristiano la tradición de poner bajo el árbol los regalos de Navidad para los niños.

«Generalmente, en el árbol decorado y a sus pies se colocan los regalos de Navidad. El símbolo se hace elocuente también desde el punto de vista típicamente cristiano: recuerda al ‘árbol de la vida’ (Cf. Génesis 2, 9), representación de Cristo, supremo don de Dios a la humanidad» (Juan Pablo II, Ídem).

Pero tanto el árbol como los calcetines o los mismísimos regalos son elementos que llegaron a la sociedad victoriana a través de la monarquía. Fue durante la época victoriana, cuando el príncipe Alberto importó de su país natal, Alemania, estas costumbres. En los calcetines, por ejemplo, se ponían cosas como un penique, símbolo de prosperidad; una manzana y una naranja como símbolo de salud y para simbolizar la fortuna, una pizca de sal.

La segunda de las dos curiosidades de la Navidad está relacionada con la historia del muérdago.

Europa es el continente de las tradiciones. Y el muérdago se ha considerado una planta mágica con propiedades especiales.

Su color verde en invierno llevó a la cultura celta a asociarlo con la fertilidad y la creación de vida. Los druidas también solían decorar las casas con esta planta en los solsticios de invierno y verano, porque protegía el hogar. Creencia que se extendió hasta la Edad Media.

En la antigua Grecia empleaban el muérdago durante la Saturnalia y en las celebraciones matrimoniales por su asociación con la fertilidad.

¿Cuál es el significado del beso bajo el muérdago?

Por un lado, los antiguos griegos pensaban que el muérdago, además de ser una planta que fomentaba la vida y la fertilidad, también poseía poderes de conciliación.

De ahí que las reconciliaciones de toda índole (de pareja, familiares o de amigos) se sellaran siempre con un beso bajo el muérdago.

Por otro lado, en el siglo XVIII, los ingleses convirtieron esta tradición en un ritual romántico de los días de Navidad. Curiosa esta tradición, verás.

El muérdago se ataba decorado con lazos y se colgaba del techo. Debajo de él, se colocaba una chica para recibir besos. No podía rechazar ninguno.

Los besos recibidos podían tener como significado una amistad inquebrantable o un romance muy profundo. Cada chico que ofreciera un beso tendría que quitar una baya del ramillete de muérdago, una vez terminadas las bayas, también terminaban los besos.

En la actualidad, los besos bajo el muérdago se dan sólo durante Nochebuena. La tradición dice que el beso bajo el muérdago afianza el amor de una pareja.

¿Conocías estas dos curiosidades de la Navidad?

Te espero la semana que viene con un nuevo artículo.

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