Dormir en el armario

Dormir en el armario

Hubo una época en la que lo habitual era entrar y salir del armario cada día, porque en la Edad Media se llevaba dormir en el armario.

Igual que David el Gnomo, los europeos del medievo tenían la costumbre de utilizar camas armario, camas caja o camas cerradas durante el descanso nocturno. Esta práctica respondía tanto a cuestiones de espacio como climatológicas.

Como ocurre con todo, estas camas, que eran fundamentalmente cajones grandes, diferían en cuanto a calidad y ornamento según el nivel social y adquisitivo de su dueño. De modo que los modelos más sencillos y sin adornos pertenecían al campesinado. Por el contrario, la nobleza y la burguesía disfrutaba de camas armario elaboradas con madera de roble y cerezo que ornamentaban con pinturas y paneles.

¿Cómo era dormir en el armario?

Queda claro que no se trataba del espacio más apropiado para el descanso de una persona con problemas de fobias a los lugares cerrados. Imagina una estructura que quedaba completamente cerrada tras unas puertas, aunque algunas contaban con pequeñas ventanas para permitir la ventilación.

Dentro se extendía un colchón de paja o lana y, en algunos casos, cajones o compartimentos que servían para guardar ropa y otros enseres personales.

Estas camas contaban con dos formas de instalación. Bien sobre unas patas pequeñas que la elevara con el objetivo de evitar la humedad y frío del suelo o bien encastrada en la pared a modo de nicho para conservar mejor el calor.

Lo de dormir en el armario se popularizó bastante en las zonas rurales del norte de Europa. Allí, las casas solían tener una sola habitación que servía para todas las actividades diarias. Por eso, la oportunidad que brindaban estas camas al desaparecer durante el día permitía emplear el espacio para otras tareas. Por ejemplo, había camas que se transformaba en un banco o en zona de trabajo.

Además de maximizar el espacio, también conservaban el calor durante los inviernos europeos que eran muy largos.

Incluso era habitual que estas camas armarios fueran compartidas por varios miembros de la familia sobre todo en los hogares de familias numerosas o también entre trabajadores de una misma granja.

Al final, el lugar más íntimo y de descanso hoy, en la Edad Media fomentaba las relaciones personales, convirtiendo el momento previo al sueño en un evento festivo. Ilustraciones de la época demuestran cómo estos espacios compartidos podían fomentar el vínculo entre sus ocupantes, aunque también suponían desafíos relacionados con la comodidad y la ventilación.

En definitiva, dormir en el armario podría haber sido beneficioso para el patrón de sueño de la época. El sueño durante la Edad Media, y hasta bien entrado el periodo moderno, era el bifásico. Es decir, se dividía en dos segmentos separados por un período de vigilia de aproximadamente una hora.

El recogimiento y la protección que ofrecían este tipo de camas favorecían la intimidad y tranquilidad de la primera parte del sueño. Como además mantenían el calor eran ideales para la época.

Con el paso del tiempo y la evolución del estilo de vida, estas camas perdieron fuelle gracias también a los sistemas de calefacción. El espacio de las nuevas viviendas, que además ya contaban con calor, hizo que las necesidades cambiaran.  

Poco después, aparecen las camas abatibles como herencia de estas camas armario.

Si eres de la generación del bollicao, seguro que imaginas bien cómo eran estas camas armario gracias a David el Gnomo. Por eso, uno de los motivos por los que en la época medieval se extendió su uso tiene que ver con la finalidad de protegerse durante la noche del ataque de animales salvajes, por ejemplo, los lobos. Recordemos que donde más se popularizaron fue en las zonas rurales.

Queda claro que contaban con varias ventajas que hicieron que se extendiese su fama hasta el siglo XX. Ya que, como hemos visto a lo largo de este artículo, suponían un ahorro espacial, por un lado, que implicaba también que varias personas durmiesen a la vez en un mismo lugar. Por otro, el interior de los armarios salvaguardaba del frío del norte de Europa, ya que la madera mantenía el calor.

¿Te gustaría dormir en el armario?

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