Estraperlo

Estraperlo

¿De dónde viene esta palabra? El estraperlo, una palabra unida a la historia política de nuestro país.

Qué importante es eso de la memoria histórica, pero bien entendida, claro. De esta manera no seguiría pasando lo del estraperlo y Lerroux en otras versiones. Ay, nos creemos unos modernos, sin embargo, todo está inventado.

A mis cuarenta, me considero una afortunada de no haber vivido una Guerra Civil con su consecuente posguerra, tampoco el horror de una Dictadura. Poco me importa donde descansen (si es que existe el descanso eterno) los restos del dictador o que haya calles con nombres de quiénes gobernaban en aquella época.

Mi generación no tiene que pedir perdón ni enmendar lo que hicieron las anteriores: nos guste o no, es nuestra historia. Ahora bien, sí que tenemos que pedir cuentas a quienes gobiernen a lo largo de nuestra vida. Esa debe ser nuestra preocupación. Debemos preocuparnos y ocuparnos del presente para dejar un futuro mejor. Quizá de esa manera, los que vengan detrás no sientan la necesidad de borrar lo que no vivieron.

Por eso, me importa y mucho lo que nos ocurre cada día, lo que vivimos en el presente. Seguimos siendo víctimas de la avaricia de nuestros políticos y de su cara dura. Tampoco es nada nuevo, pero sí algo que deberíamos limpiar con la misma insistencia y pulcritud que eliminamos lo que nos da puntos y empuja electoralmente. Todos entran en el mismo saco, pero voy a viajar en el tiempo, que quienes estamos aquí es porque nos gusta la historia. Conocer la historia como pasó, ni olvidándola ni falseándola.

Hoy te voy a hablar del estraperlo y Lerroux.

¿Sabes quién era Lerroux?

Su historia me hace vivir un dejá vu. Te cuento brevemente para no aburrirte y si quieres profundizar más, en Internet tienes información más que suficiente.

Aquí tenemos a Lerroux.

Político de ideología republicana que presidió el Consejo de Ministros en varias ocasiones durante la II República.

Comenzó fundando y liderando el Partido Republicano Radical para terminar pactando con la CEDA (Confederación de Derechas Autonómicas) para formar gobierno.

En un discurso de 1901 dijo:

«No tengo programa porque no caben mis aspiraciones en ninguno de los conocidos, pero he ahí cuáles son mis propósitos (…). En lo político, la sustitución de la monarquía por una república democrática, radical, reformadora, que disminuya en lo posible y a cada momento la tiranía de los poderes públicos. En lo religioso, la separación de la Iglesia del Estado (…). En lo económico, el establecimiento de una administración autónoma para las entidades regionales y municipales que forman la nación».

«Establecer oficialmente la jornada de las ocho horas laborales cada día y cuarenta y ocho cada semana, proteger al proletariado en sus luchas por la propia emancipación, reconocer la justicia y legalidad de sus aspiraciones fundamentales, ser su propio verbo y mandatario en las Cortes (…). Radical en lo político, socialista en lo económico, revolucionario en todas las manifestaciones de la vida, más atento a captarse voluntades y a formar conciencias que a conquistar el poder».

De ahí que sus detractores pusieran de manifiesto ciertas contradicciones.

Sostenían que no era ni tan obrerista ni revolucionario, puesto que por poner un ejemplo, decían que criticaba la corrupción política a la vez que se veía salpicado por escándalos de distracción de fondos en el ayuntamiento de Barcelona.

Mostraba su interés en liderar las clases obreras, pero frecuentaba los restaurantes caros y las sastrerías más exclusivas.

Su agitada vida política llega a su fin con el escándalo de estraperlo.

Todo es tan parecido con el momento actual. Hagamos memoria histórica, mejor aún, aprendamos historia.

¿Qué significa y de dónde viene esta palabra?

La palabra ‘estraperlo’ es empleada hoy como sinónimo de mercado negro o un asunto turbio.

La RAE la define así: comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasa. También es un chanchullo o intriga.

El término es la conjunción de los apellidos de un empresario de juegos de azar holandés: Strauss y su socio capitalista: Perle.

Ambos habían inventado un juego de azar al que bautizaron como estraperlo y que consistía en palabras de Eduardo Benzo, subsecretario del equipo de Lerroux «en una máquina parecida a una ruleta, cuya bola cae en un número, pasa por un pivote y no hay más que hacer una suma determinada con aquel por donde ha pasado la bola y en ese número cae automáticamente.»

El tal Benzo olvidó un detalle importante y es que cuando las apuestas llegaban a cifras bien relevantes, las sumas fallaban haciendo que el apostador perdiera todo. ¿Por qué? Pues porque la persona que manejaba el invento podía hacer caer la bola en el lugar que más le interesara.

En resumen, nos encontramos ante un juego de trileros, una estafa.

Y ¿qué tiene que ver Lerroux en todo esto?

Que esta pandilla encabezada por Strauss y Perle y seguida por todos los famosos que los acompañaban intentaron hacer su negocio en Holanda, donde lo prohibieron, de modo que vinieron a Madrid e intentaron comprar al hijo de Alejandro, Aurelio Lerroux, regalándole dos relojes de lujo; uno para él y otro para su padre.

Yo no sé si aceptaron los relojes o no, pero al poco, obtuvieron la licencia para operar en el casino de San Sebastián, sin embargo, el gobernador civil la prohibió a las pocas horas de comenzar a funcionar.

¿Qué ocurrió entonces?

Strauss, hombre de pocos escrúpulos, envió una carta a Lerroux en la que se lamentaba de que su empresa no pudiera funcionar en el país. Y le advertía de la implicación tanto de su hijo como de miembros de su partido. A cambio de su silencio, pedía una gran cantidad económica.

Al no obtenerla, se chivó, como dicen los niños, a Manuel Azaña, que era el mayor enemigo de Lerroux, y no dudó en llevar el asunto a las Cortes. Por supuesto, el tema del estraperlo encantó a la prensa y supuso el fin del partido Radical.

De la revista digital Historia de nuestra historia.

¿No os resulta familiar esto de las irregularidades, dinero, asuntos turbios relacionados con la política?

Exacto. La historia, cuando es de interés propio, no conviene limpiarla. No hay que borrar lo que nos recuerde o enseñe que lo que se hizo, se sigue haciendo. Solo hacemos limpieza a cambio de algo, si no, ¿quién quiere ensuciarse las manos?

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