Joyas de la reina de España
Joyas de la reina de España o joyas de pasar.
Fue la reina Victoria Eugenia quien acuñó lo de joyas de pasar, es decir, un lote de joyas que solo podían usar las reinas reinantes. Sí, es importante la redundancia, porque no vale solo con ser reina, también tienes que estar reinando para lucirlas. De ahí, que la reina emérita tuviera que ceder en herencia su joyero real a Letizia tras la proclamación de Felipe VI. Puedes leer un poco más sobre este tema en este artículo.
En este sentido, podemos decir que Victoria Eugenia fue la encargada de formar gran parte del joyero real de los Borbones, porque si hubo una reina en España aficionada a las joyas a lo largo de la historia fue ella.
Sin embargo, a la emérita le pareció un joyero bastante pobre en comparación con lo ostentoso que era el de su madre, la reina de los griegos.
En el caso de España, la amistad entre los diamantes y la reina estaba muy ligada a las infidelidades de su marido, porque, como ella decía, ahogaba sus penas adquiriendo nuevas joyas. Vamos, que se daba un capricho para quitarse el disgusto.
De todo ese lote de joyas de pasar, cabe destacar la importancia de dos piezas que se han convertido en los referentes del joyero de nuestras reina. Por un lado, la tiara de la flores de lis y, por otro, el collar de chatones. Ambos regalo de Alfonso XIII a la reina antes de su boda.
La historia del collar es interesante, pues cuando se lo regaló por su compromiso tenía treinta chatones. Resulta curioso que este collar se conoce por el tipo de engarce. Los chatones no son los diamantes, sino aquella placa de platino en la que se sujetaban o engarzaban estos para dar forma al collar. Por tanto, cada placa con las cuatro patillas que sujetaban al diamante era un chatón.
Tras la boda, Alfonso XIII tenía la costumbre de regalarle a su consorte un par de diamantes por cada cumpleaños, aniversario, nacimiento de un hijo y también tras cada infidelidad. Ella los mandaba a la casa Ansorena para engarzar en chatones y unir a su collar. De ahí que llegara a ser de doble vuelta.
Si tenemos en cuenta que los reyes se casaron en 1906, en 1914 nació su último hijo en común y a partir de este momento ya no volvieron a compartir lecho siendo la ruptura de la pareja definitiva, podemos decir que hubo más chatones por infidelidades que por fechas destacadas.
Así lo dice el rey:
Yo le regalaba un par de diamantes en su cumpleaños, por el nacimiento de cada uno de nuestros hijos y… en cada infidelidad. Ella los mandaba engarzar en la casa Ansorena a la gargantilla de chatones que le regalé por nuestro compromiso y que llegó a poder usar como collar de doble vuelta.
En los ojos del rey, capítulo 2.
Y la reina así lo confesaba:
La realidad es que mi collar de chatones ya es de doble vuelta, darling. Llevo años ahogando mis penas en joyas, hecho que también me critican. Por ello, me consideran una mujer fría. Todo el pueblo es conocedor de las continuas infidelidades que soporto mientras mi única intención es trabajar por España y hacer de este país algo mejor. Colaboro cada día para que salga de la época cavernaria en la que aún se encuentra. Y como respuesta, recibo críticas por las joyas que uso pues dicen que me hacen parecer una persona fría, que soy distante y seria, que no me gustan ni España ni los españoles, and, ¿sabes cómo me llaman por emplear vestidos coloridos? Peacock[1].
En los ojos del rey, capítulo 11.
Volviendo a nuestro tiempo y a nuestra reina, todavía no hemos visto a Letizia luciendo este collar.
Bien es cierto que es poco amiga de las joyas hasta poder decir que es completamente opuesta a Victoria Eugenia en este sentido y muchísimos más.
Me cuesta creer que caiga en supersticiones, por eso, más bien soy de la teoría de que no le debe dar muy buenas vibraciones dicho collar. Seguro que su primera dueña podría poner a cada chatón el nombre de una mujer. Y esto es algo que Letizia jamás toleraría.
Letizia es de muñecas limpias y dedos despejados siempre, algo que también contrasta con la reina emérita a quien le gusta lucir anillos hasta en el meñique. Siempre porta pulseras o collares con amuletos protectores y es más que probable que haya heredado esa afición de su madre la reina Federica que poseía un espléndido joyero además de ser algo supersticiosa.
Nuestra reina, sin embargo, no es tan amante de las joyas. Aunque en un principio las tiaras se le resistieron, terminó por aprender a llevarlas, pero sobre todo a verse con ellas. Hay que reconocer que no todas las testas están hechas para lucirlas.
Además de las heredadas, cada reina recibe como regalo por parte de su marido una nueva tiara que se une a la colección.
Letizia no iba a ser menos y como regalo por su séptimo aniversario de boda recibió del entonces príncipe Felipe una tiara tan impresionante como cara, según quienes la han visto.
Pero tendremos que esperar para deleitarnos con su belleza a que ella se decidida a estrenarla, al menos, en público.
Como imaginarás, el joyero de las reinas de España, aunque quizá el más pequeño de todas las monarquías, guarda muchísimas más piezas interesantes de las que hablaré otro día.
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[1] Su gran afición a vestir de colores llamativos que tan en discordancia estaban con la vestimenta de la reina Mª Cristina, quien siempre vestía de colores oscuros por el período de luto y la rigidez vienesa, hizo que la apodaran la Pava Real.