Juan Carlos no fue el primero
Juan Carlos no fue el primero en abdicar, ni en muchísimas otras cosas, claro. Y, presumiblemente, tampoco será el último. Era un 2 de junio de 2014 cuando comunicó al presidente del Gobierno su voluntad de abdicar y el 18 del mismo mes se produjo la ceremonia de abdicación.
De los diez Borbones que han reinado en España, seis abdicaron.
¿Quieres conocerlos? Vamos a por un poquito de historia contada a sorbitos de café. Si lo prefieres, dale a los enlaces para escuchar esta historia como podcast. Aquí tienes el enlace de YouTube y este es el de Spotify. Para los tradicionales, continuamos.
La dinastía Borbón comienza con Felipe V. El primer Borbón que reinó en España y el primero que abdicó, también tiene otra marca, pues después de abdicar y morir el heredero, regresó. ¿Por qué? porque sí. ¿Esto puede ser? No, pero… es otro tema del que se puede escribir otro artículo.
No quiero que se pierda nadie por el camino, así que explicaré esto bien y brevemente, porque tampoco me interesa que se aburra nadie.
El reinado de este Felipe fue el más largo, 45 años en el trono.
Este Borbón abdicó de forma inesperada en su primer hijo, Luis, el primero de los vástagos de su matrimonio con María Luisa de Saboya.
La abdicación se debió, según diversos historiadores, a la depresión que sufría el rey. Recordemos que se le conocía con el sobrenombre del Animoso por los constantes cambios de humor. Sin embargo, otra teoría es que lo hizo con la esperanza de subir al trono de Francia, por la supuesta inminente muerte de Luis XV. Sin embargo, no murió y el que sí falleció fue su hijo Luis I.
Lo natural es que se calara la corona (de forma figurada, que los reyes en España no son coronados. Esto lo puedes leer en este artículo titulado Proclamación) su segundo hijo, Fernando, también fruto del primer matrimonio. Pero el rey estaba ya casado con Isabel de Farnesio, quien, aunque se había retirado a vivir con su marido a La Granja después de la abdicación, no le quitaba el ojo a la corte madrileña.
De modo que cuando muere Luis I a los ocho meses de proclamarse rey, ella está rápida para convencer a Felipe V de que sea él quien regrese y no su hijo. El nuevo matrimonio había tenido descendencia y ella velaba por los intereses de sus retoños. Isabel de Farnesio encarnaba a la perfección el papel de madrastrona.
Pero lo que nos interesa es que Felipe V subió al trono por segunda vez pese a que su confesor, el padre Bermúdez, calificara este acto como pecado mortal ya que había renunciado con todas las solemnidades. A Felipe V no le importó y reinó hasta que se murió. Eso sí, Isabel de Farnesio tuvo que esperar un buen tiempo, porque tras su fallecimiento, el trono sí que pasó a Fernando VI, el segundo hijo de la primera esposa. Ya tras la muerte de éste, le llegó el turno a Carlos III.
Como ves, Juan Carlos no fue el primero, pero sigamos.
El siguiente Borbón en abdicar fue Carlos IV. Este lo hizo en dos ocasiones incluso, pero su reinado duró 20 años. Lo de Carlos IV y su hijo Fernando VII es de traca, un insulto absoluto a los españoles. Vamos, que se rieron de todos nuestros ancestros de la manera más descarada.
Tras el motín de Aranjuez, Carlos IV se ve obligado a abdicar en favor de su hijo Fernando VII. Éste había hecho una campaña de desprestigio contra su padre sacando a la luz las verdades, básicamente.
Carlos IV abdica, pero se arrepiente pocos días después. Entonces Napoleón, que vio que podía sacar tajada de las disputas entre padre e hijo viéndolos como dos memos, intentó mediar.
Los reunió en Bayona y obligó a Fernando a devolverle la corona a su padre. Después, consiguió que éste abdicara en su favor, que eso era lo mejor para todos. Cuando lo hizo completamente convencido, Napoleón le entregó España a su hermano José Bonaparte. Muy de Juego de Tronos todo.
Es el turno de Isabel II, la de los tristes destinos como la llamó Galdós. 35 años y un día se extendió su reinado. Esta monarca abdicó en su hijo Alfonso XII estando en el exilio, recuerda que la revolución conocida como la Gloriosa se la llevó a Francia en 1868.
Napoleón III, que había apoyado a la reina durante su separación matrimonial de Francisco de Asís, le pidió a Isabel que renunciara a la corona y facilitara la restauración. Él, en ese momento, estaba enfrentado a Prusia y quería evitar que las cortes españolas eligieran un candidato alemán como rey constitucional en España.
Isabel accedió, no sin regañadientes, pues le tocaba a ella devolver el favor a los emperadores. La emperatriz, Eugenia de Montijo, era muy amiga de la reina y ella y Napoleón la habían acogido estupendamente cuando tuvo que exiliarse a Francia.
Esto le supuso más que una abdicación, porque no le permitieron volver a España, así se le comunicó Cánovas en una carta: «Vuestra Majestad no es una persona, es un reinado, es una época histórica y lo que el país necesita es otro reinado, otra época diferente». Ella representaba todo lo que se quería olvidar.
Finalmente, y antes que Juan Carlos I, le llegó el turno a Alfonso XIII. Nieto de Isabel II y abuelo de Juan Carlos I. Su reinado casi iguala al del primer Borbón, pero se quedó en 44 años y 332 días.
Este Borbón, como su abuela, abdicó también estando en el exilio. Lo suyo fue otro juego de tronos, primero hizo renunciar a los derechos dinásticos a su heredero por haber protagonizado un matrimonio morganático, es decir, el que se establece entre dos personas de diferente clase social (como el de Felipe y Letizia en España y tantos otros en Europa). Después, obligó a su segundo hijo a renunciar también porque no era del agrado de los monárquicos, era sordomudo. De modo que los derechos sucesorios recayeron en su tercer hijo, don Juan de Borbón. En enero de 1941, unos días antes de fallecer, Alfonso XIII renuncia a la jefatura de la casa real en favor de su hijo Juan.
Juan Carlos no fue el primero y, de continuar la monarquía, es probable que tampoco sea el último. Es cierto que esto de la abdicación en nuestro país tiene tintes negativos como hemos visto a lo largo de este artículo, pero no tiene por qué ser así. En otros países se trata de un relevo generacional sin más. Este es el caso, por ejemplo, de Holanda.
Por cierto, el reinado de Juan Carlos I es el más corto de los reyes que abdicaron después del de Isabel II, pues ha estado en el trono 39 años y siete meses.
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