Regreso a la elegancia

Regreso a la elegancia

La actualidad manda. Más aún si es parte ya de nuestra historia más reciente, pese a que no sea en blanco y negro, sino más bien pertenezca a la escala de grises todavía. A veces, no hay que viajar tanto en el tiempo para hablar de nuestra historia, porque la más reciente está de moda. Hoy hablamos del regreso a la elegancia. Una elegancia como sinónimo de respeto.

Historia y política están íntimamente unidas, es como un matrimonio ante la iglesia, indisoluble.

Ya sabes tú, porque me sigues con una fidelidad absoluta, que mi madre me dice que no hable de política, mientras yo le explico que se trata de una parte de la historia sin la que no se puede entender ésta. De todos modos, las madres son las personas más listas del universo por lo que conviene seguir sus consejos la mayor parte de las veces al menos.

Por eso, hoy, y en plena campaña otra vez, quiero compartir contigo una reflexión sobre algo en lo que confío que se convierta en historia. El verano de 2023 pasará a la historia de España como el momento en el que regresó la elegancia a la televisión, ahora lo llaman televisión blanca.

Me vas a permitir, por tanto, una comparación. Quédate unos minutos más que vamos a comparar la política con Sálvame, el programa televisivo que llega a su fin este mismo mes. También lo puedes escuchar en el podcast Historia en B/N. Te dejo el enlace de YouTube y Spotify.

Al final, la política es televisión, porque nos llega a través de la pequeña pantalla, por un lado y por otro, porque durante un tiempo (demasiado largo) se ha convertido en espectáculo.

Verás, este mes de junio acaba un periodo televisivo que, pese a ser sólo espectáculo, no dejaba de afectar a los implicados. Esto es lo que tiene la falta de respeto, aunque en broma, hace daño. Sí, ya sé que por dinero mueve el rabo el perrito.

Estoy hablando de Sálvame, ese programa que todos hemos visto alguna vez (yo muchas). Para ser justos, Sálvame no es más que un programa reflejo de la sociedad que ha hecho historia. Un espacio de la televisión en el que se normalizaron los gritos, los insultos, la falta de decoro, en definitiva, actitudes insólitas que se justifican dentro del espectáculo.

Sin embargo, en la vida real, la que de verdad nos afecta, hemos visto cómo nuestros políticos se comportaban igual que los tertulianos de un programa de televisión.

La diferencia entre uno y otro es muy importante. Si dos personajes televisivos no llegan al entendimiento, igual hasta te ríes según qué cosas. El problema es cuando no eres tú el que ríe, sino que se ríen de ti.

Esto es lo que han hecho nuestros políticos, se han reído de ti, de mí, de los que votan a la derecha, a la izquierda, a un extremo y a otro. ¿Por qué? Porque su falta de acuerdo nos afecta a todos los españoles. Es necesario más que nunca el regreso de la elegancia.

En los últimos años hemos asistido atónitos a debates en el Senado o en el Congreso en los que los gritos, las faltas de respeto, las burlas entre nuestros políticos eran lo habitual. La tónica general entre las personas que nos dirigen o pretenden hacerlo. Y esto sí que es preocupante: la ausencia de elegancia política. Urge el regreso a la elegancia.

Es muy preocupante cuando nuestros políticos se comportan como tertulianos de programas que lo que hacen es televisión.

¿Dónde está la elegancia política?

¿Por qué hay políticos que parecen que te están riñendo? Siempre hablan (como) enfadados. Si soy una adulta que los tengo que votar, que trabajan para mí y les pago el sueldo (como todos) ¿Por qué me tratan como a una niña de colegio que no ha hecho los deberes?

Hay cosas que no deben perderse nunca. Por supuesto que debemos avanzar, pero sin perder la educación, el respeto, la elegancia. Cómo de necesario es el regreso a la elegancia. Hay que ser elegante hasta para mandar a alguien a seguir paseando. Y esto es lo que les falta a muchos políticos en la actualidad.

¿Dónde han quedado esos debates previos a las elecciones donde los políticos se comportaban como tal y se decían lo que fuese con elegancia? Míticos también eran los mítines de Felipe González o de Aznar. Con interés escuchabas a Rubalcaba e incluso la templanza de Rajoy, que costaba digerir muchas veces, resultaba interesante. El ejemplo claro de político horchata. Nunca se sabía por dónde saldría o si tendría sentido lo que diría.

Mientras escribía la novela En los ojos del rey una de las cosas que llamó mi atención fue la elegancia política que percibí al investigar sobre ese periodo. Desde luego, no fue el mejor de nuestra historia, tampoco el peor, pero había elegancia, educación. Momentos históricos de gran relevancia como una dictadura (la de Primo, no la franquista) o el final de la monarquía, en los que los políticos de antaño supieron capear con cierto decoro lo que hoy sería increíble ver en algún sector. Porque, cuidado, no estoy hablando de hacerlo bien o mal, estoy hablando de algo muy diferente, de saber estar. Podremos estar de acuerdo o no con lo que dicen, con sus ideales y sus actos, pero a todos nos gusta la educación. Esto es lo que no se puede perder por mucho que evolucione la política y el mundo en general.

Así que hoy sí. Siempre digo que no podemos acercarnos a la historia con los ojos del presente, pero esta vez, se trata de una añoranza, de un deseo de vuelta.

Sálvame acaba (parece ser, que en televisión todo es posible), con suerte, el espíritu de este programa se marcha también del mundo político y asistimos al regreso de la elegancia política de antaño.

Sólo nos queda disfrutar de esta campaña electoral y asistir expectantes al espectáculo que ofrezcan nuestros políticos. Ojalá no nos falten el respeto más a los españoles.

A veces, no hay que viajar tanto en el tiempo para hablar de nuestra historia, porque la más reciente está de moda. Hoy hablamos del regreso a la elegancia. Una elegancia como sinónimo de respeto.

Historia y política están íntimamente unidas, es como un matrimonio ante la iglesia, indisoluble.

Ya sabes tú, porque me sigues con una fidelidad absoluta, que mi madre me dice que no hable de política, mientras yo le explico que se trata de una parte de la historia sin la que no se puede entender ésta. De todos modos, las madres son las personas más listas del universo por lo que conviene seguir sus consejos la mayor parte de las veces al menos.

Por eso, hoy, ya en plena campaña otra vez, quiero compartir contigo una reflexión sobre algo en lo que confío que sea historia. El verano de 2023 pasará a la historia de España como el momento en el que regresó la elegancia a la televisión, ahora lo llaman televisión blanca.

Me vas a permitir, por tanto, una comparación.

Al final, la política es televisión, porque nos llega a través de la pequeña pantalla, por un lado y por otro, porque durante un tiempo (demasiado largo) se ha convertido en espectáculo.

Verás, este mes de junio acaba un periodo televisivo que, pese a ser sólo espectáculo, no dejaba de afectar a los implicados, porque es lo que tiene la falta de respeto, aunque en broma, hace daño. Sí, ya sé que por dinero mueve el rabo el perrito. Estoy hablando de Sálvame, ese programa que todos hemos visto alguna vez (yo muchas). Pero hay que ser justos y Sálvame no es más que un programa reflejo de la sociedad que ha hecho historia. Un espacio de la televisión en el que se normalizaron los gritos, los insultos, la falta de decoro, en definitiva, actitudes insólitas que se justifican dentro del espectáculo.

Sin embargo, en la vida real, la que de verdad nos afecta, hemos visto cómo nuestros políticos se comportaban igual que los tertulianos de un programa de televisión. La diferencia entre uno y otro es muy importante. Si dos personajes televisivos no llegan al entendimiento, igual hasta te ríes según qué cosas.

El problema es cuando no eres tú el que ríe, sino que se ríen de ti. Esto es lo que han hecho nuestros políticos, se han reído de ti, de mí, de los que votan a la derecha, a la izquierda, a un extremo y a otro.

¿Por qué? Porque su falta de acuerdo nos afecta a todos los españoles. En los últimos años hemos asistido atónitos a debates en el Senado o en el Congreso a los gritos, a las faltas de respeto, a las burlas entre nuestros políticos. Entre las personas que nos dirigen o pretenden hacerlo. Y esto sí que es preocupante: la ausencia de elegancia en la política. Urge el regreso a la elegancia.

Es muy preocupante cuando nuestros políticos se comportan como tertulianos de programas que lo que hacen es televisión.

¿Dónde está la elegancia política?

¿Por qué hay políticos que parecen que te están riñendo? Siempre hablan (como) enfadados. Estas actitudes me llevan a perderles el respeto, no sé a ti. Si soy una adulta que los tengo que votar, que trabajan para mí y les pago el sueldo (como todos) ¿Por qué me tratan como a una niña de colegio que no ha hecho los deberes?

Hay cosas que no deben perderse nunca. Por supuesto que debemos avanzar, pero sin perder la educación, el respeto, la elegancia. Hay que ser elegante hasta para mandar a alguien a seguir paseando. Y esto es lo que les falta a muchos políticos en la actualidad.

¿Dónde han quedado esos debates previos a las elecciones donde los políticos se comportaban como tal y se decían lo que fuese con elegancia? Míticos también eran los mítines de Felipe González o de Aznar.

Con interés escuchabas a Rubalcaba e incluso la templanza de Rajoy, que costaba digerir muchas veces, resultaba interesante. El ejemplo claro de político horchata. Nunca se sabía por dónde saldría o si tendría sentido lo que diría.

Mientras escribía la novela En los ojos del rey una de las cosas que llamó mi atención fue la elegancia política que percibí al investigar sobre ese periodo.

Desde luego, no fue el mejor de nuestra historia, tampoco el peor, pero había elegancia, educación. Momentos históricos de gran relevancia como una dictadura (la de Primo, no la franquista) o el final de la monarquía, los políticos de antaño los supieron capear con cierto decoro lo que hoy sería increíble ver en algún sector.

Porque, cuidado, no estoy hablando de hacerlo bien o mal, estoy hablando de algo muy diferente, de saber estar.

Podremos estar de acuerdo o no con lo que dicen, con sus ideales y sus actos, pero a todos nos gusta la educación. Esto es lo que no se puede perder por mucho que evolucione la política y el mundo en general.

Así que hoy sí. Siempre digo que no podemos acercarnos a la historia con los ojos del presente, pero esta vez, se trata de una añoranza, de un deseo de regresar a la elegancia.

Sálvame acaba (parece ser, que en televisión todo es posible) y, con suerte, el espíritu de este programa se marcha también del mundo político y asistimos al regreso de la elegancia política de antaño.

Ahora, sólo nos queda disfrutar de esta campaña electoral y asistir expectantes al espectáculo que ofrezcan nuestros políticos. Ojalá no nos falten el respeto más a los españoles.

Siguiendo con la tónica electoral que todo lo invade, te dejo por aquí el artículo de la semana pasada por si se te escapó.

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