La censura y la literatura
Si pensamos en censura, pronto nos viene a la cabeza la censura relativa a nuestra historia más reciente. Sin embargo, a través de estas líneas voy a tratar de acercarte a la censura que realmente nos ocupa, la literaria, mediante un recorrido histórico comenzando en el Siglo de Oro español.
¿Qué es la censura literaria?
«Intervención que practica el censor en el contenido o en la forma de la obra, atendiendo a razones ideológicas, políticas o morales».
Ninguno de los grandes escritores del siglo XVII español creo que se librara de un modo u otro de la censura de su momento. De esa en la que la figura del censor estaba bien definida como persona física a la que todos los escritores de alguna manera temían. Me atrevería a decir que muy probablemente tuvieron pesadillas con las tachaduras en sus versos o fragmentos, así como con los conocidos «no se diga».
Los libros son poder. ¡Cuidado, te pueden hacer pensar! Share on XPodemos citar a dos censores de comedias de la época, como Fray Juan Bautista Palacio que realizaba lecturas bastante superficiales y Navarro de Espinosa, fiscal de comedias de Madrid, que las examinaba minuciosamente como moralista severo y meticuloso.
Si hay una obra con la que podemos ejemplificar la censura de la que estamos hablando, es sin duda «El Lazarillo de Tormes». Un libro prohibido y buscado por la Inquisición debido a sus críticas a la Iglesia. Y ¿sabes cómo pudo sobrevivir para llegar a ser hoy una de las grandes obras de nuestra literatura? Escondido en las bibliotecas secretas tras falsas paredes. Esas que además se han convertido en el suculento recurso de muchas novelas.
Bien, volviendo a la novela citada, es interesante señalar el simbolismo oculto en la aparentemente inofensiva obra. En ella podemos encontrar infinidad de ataques al mundo eclesiástico y citaré para ejemplificar esto que afirmo el pasaje en el que Lázaro tuvo que entregar a uno de sus amos 30 maravedíes. Pero ¿por qué 30 y no 20 ó 40? Porque lo vendió como Judas a Jesús, por 30 monedas de plata.
Hay muchos, muchísimos más que te invito a que encuentres leyendo la obra de escritor anónimo que tantos motivos aportó a los censores para que declararan su prohibición. Eso sí, debes leerla con la mentalidad de la época para que no te chirríe esta censura.
Y como es condición del ser humano que lo prohibido atrae o llama nuestra atención de manera especial, «El Lazarillo» fue guardado y escondido para llegar hasta nuestros días.
Muchas son las obras prohibidas o censuradas a lo largo de la historia y no solo en nuestro país. Y precisamente este tema ha llevado a grandes escritores a recurrir a los pseudónimos para evitar represalias.
Incluso el rey Felipe II, allá por el siglo XVI dictó una ley para prohibir la publicación de libros anónimos. La finalidad no era otra que hacer responsable al autor de las ideas que plasmaba en el libro.
Los motivos por los que se censuraban extractos, versos, pasajes o incluso libros enteros encontraban su justificación en diversas parcelas: políticas, religiosas o morales. Incluso hoy en algunos países, «Harry Potter» ha sido censurado por sus hechizos al considerarlos reales.
Dentro de la censura política, podemos citar obras como «Rebelión en la granja» de George Orwell por su fuerte crítica a las élites de poder o las «Obras completas» de Cortázar. Este autor fue incluido en la lista negra de la dictadura militar en Argentina.
Dentro de la censura de la Iglesia, encontramos obras tan clarificantes como «Justina» donde el Marqués de Sade, además de narrar desgracias y perversiones sexuales, demuestra que la vida religiosa no garantiza una vida buena.
Otra de las obras censuradas, que además está considerada hoy quizá como la mejor novela española decimonónica es «La Regenta» de Clarín. Una censura motivada por el marcado anticlericalismo y la denuncia de la hipocresía en la sociedad de provincias.
Pero ¿qué pasa hoy? En la actualidad no contamos con la figura del censor que hemos hablado en la época áurea, entonces ¿existe hoy la censura?
Para poder ofrecer una aportación lo más fidedigna, he hablado con la editora Sylvia Martínez de la editorial Esstudio Ediciones.
Syvia afirma que hoy no existe la censura editorial, sí la autocensura. Las editoriales son las que deciden qué tipo de libros editan y cuáles no. En el caso de Esstudio Ediciones, huyen de las apologías en general, aplicando básicamente la lógica y la legalidad. Podemos poner como ejemplo el terrorismo o machismo.
También hay casos en los que se les presentan libros soeces que intentan limar y pulir previamente con el autor. Porque hay que ser muy cautos y tener en cuenta que la censura puede venir por parte del distribuidor, es decir, si a esta parte tan importante del engranaje les vienen críticas o llamadas de atención sobre alguno de los libros que distribuyen, los eliminan de la lista de pedidos a las editoriales.
En definitiva, hoy la censura no atiende tanto a criterios políticos o religiosos, sí a las ventas.
Al comenzar a redactar este artículo, mi pensamiento era claro: lo prohibido vende. En mi mente, dos ejemplos claros: «Patria» de Aranguren y «Letizia, la reina impaciente» de Leonardo Faccio.
Ambos libros son éxito de ventas precisamente por ser perseguidos o cuestionados. En el caso del último, desde que se anunció su publicación en 2017 no ha visto la luz hasta 2020.
¿Podemos decir que lo prohibido vende?
Sylvia es tajante: no. Y me explica que si vende es por el bombo y platillo que le dan en los medios, por el morbo que provoca en la gente, por su actualidad. Generan una expectativa que se traduce en posteriores ventas elevadas.
¿A qué debe temer hoy un escritor en este sentido? Pues sin duda a las redes sociales, a Internet. Debes evitar ser baneado, porque entonces no hace falta que te cuente más. No existes, así, sin más.
Banear: expulsar o bloquear a un usuario.
Para concluir podríamos decir que los escritores vivimos hoy en un período relajado. Contamos con diversas maneras de publicación y de hacer llegar nuestras obras al público, sin embargo, no debemos quitar la vista de las redes sociales. Lo que en ellas se diga de nosotros puede llegar más lejos que nuestra propia obra.
Me gustaría terminar proponiéndote un reto. Como estoy segura de que no has leído todas las obras que he mencionado a lo largo de estas líneas, te animo a que elijas la que más llame tu atención y la adquieras en una librería. Sí, ese comercio local que tanto está sufriendo esta crisis sanitaria y económica en la que todos nos vemos envueltos. No solo hay que ayudar a los bares, que también.
Verás, los libros nos han acompañado durante estos dos largos meses y siguen haciéndolo. Son la verdadera cultura. Te pondré un ejemplo. En el hospital de Ifema, una enfermera tuvo la idea más original, brillante y significativa de todo este periodo: abrir una biblioteca para los enfermos, la biblioteca Resistiré. No pidieron películas, ni vídeos de ánimo ni televisiones. No, pedían libros para entretener a los enfermos, para evadirlos de la situación que vivían y del lugar en el que estaban. En definitiva, solicitaban cultura.
Ahora es el momento de devolverles el favor y puedes hacerlo comprando en las librerías de siempre. Yo te propongo la librería Notting Hill de Alcalá de Henares. Un lugar al que si vas una vez, querrás volver. Además, te enviarán los libros a tu casa al igual que los grandes centros comerciales o plataformas de compra.
Notting Hill Bookshop.
Plaza de los Santos Niños 5, 28801. Alcalá de Henares, Madrid.
¿Te animas?
Me has dejado sin palabras. Enhorabuena
Muchas gracias por tu comentario y por leerme.
Un saludo.