Locusta, la primera asesina en serie

Locusta, la primera asesina en serie

En la vasta y compleja historia de la antigua Roma, hay figuras que sobresalen no sólo por su poder o influencia política, sino también por su infamia. Una de estas figuras es Locusta, la primera asesina en serie de la historia. Es la mujer que ha pasado a la historia por sus habilidades letales con los venenos y por participar en algunos de los crímenes más notorios del Imperio Romano.

Vivió en el siglo I d.C., época en la que Roma se encontraba en su máximo esplendor, gobernada por una serie de emperadores que consolidaron el poder a través de alianzas, guerras, pero también de conspiraciones y asesinatos.

Es precisamente en este entorno de violencia y traición entre las élites donde aparece la figura de Locusta.

Poco se sabe de sus orígenes. Algunas fuentes históricas coinciden en que era una experta en el arte de envenenar, una habilidad que probablemente adquirió a través del conocimiento de hierbas tóxicas y venenos animales. Se especula que provenía de la Galia y que llegó a Roma buscando oportunidades, pero pronto se convirtió en una de las figuras más temidas de la época.

Locusta, la primera asesina en serie de la historia, fue arrestada en varias ocasiones por practicar el envenenamiento. Como es lógico, estaba prohibido incluso en una sociedad tan violenta como la de Roma. Sin embargo, su talento era demasiado valioso para ser ignorado.

La primera vez que destacó fue cuando Agripina, la ambiciosa madre de Nerón, la reclutó para deshacerse de su esposo, el emperador Claudio. Su propósito era asegurar que su hijo ascendiera al trono. Agripina no sólo confiaba en las habilidades de Locusta, sino que también sabía que tenía los conocimientos necesarios para elaborar un veneno que simulara una muerte natural.

Así fue como en el año 54 d.C. envenenó a Claudio, posiblemente con setas venenosas o cicuta, y Nerón ascendió al trono. Este fue uno de los asesinatos más importantes en la carrera de Locusta, pero no el último. Una vez en el poder, Nerón la mantuvo a su servicio, sabiendo que su capacidad para eliminar rivales sería crucial para mantener su reinado. Y porque al enemigo mejor vigilarlo de cerca.

El nuevo emperador no dudó en utilizar los servicios de Locusta para eliminar a cualquier persona que considerara una amenaza. Se convierte así Locusta en la primera asesina en serie de la historia. Y uno de los casos más emblemáticos fue el envenenamiento de Británico, el hijo biológico de Claudio. Pese a su juventud, representaba un obstáculo potencial para el poder de Nerón.

Según las crónicas de Tácito, el envenenamiento de Británico fue cuidadosamente orquestado. Nerón, temiendo que su medio hermano pudiera reclamar el trono, ordenó a Locusta que preparara un veneno rápido y letal. Británico murió durante una cena en la que aparentemente bebió una copa de vino envenenado. La muerte fue tan repentina que muchos en la corte quedaron consternados, pero no se atrevieron a señalar a Nerón como el responsable directo.

Por supuesto, recompensó a Locusta generosamente por sus servicios. Nerón incluso le otorgó tierras y protección legal, lo que le permitió operar impunemente. Además, estableció una especie de escuela de venenos, donde supuestamente enseñaba a otros los secretos de su mortal oficio.

A pesar de su éxito y protección bajo el reinado de Nerón, la caída del emperador en el año 68 d.C. marcó también el principio del fin para Locusta. Tras el suicidio de Nerón, Galba asumió el poder, y con él llegó un deseo de limpiar el gobierno de los excesos y la corrupción del régimen anterior. A Locusta, que estaba asociada de manera indisoluble con los crímenes de Nerón, la arrestaron y ejecutaron poco después.

Su muerte, aunque brutal, no borró su legado. Locusta se convirtió en la primera asesina en serie de la historia. Una figura legendaria que la literatura posterior inmortalizó como un símbolo del lado más oscuro y corrupto de la corte imperial romana. Una mujer que encarnó la peligrosa combinación de ambición, conocimiento letal y una falta absoluta de escrúpulos.

Locusta es, sin duda, un personaje que destaca no sólo por ser una de las primeras asesinas en serie documentadas, sino también por la manera en que su vida refleja el clima político y social de la Roma imperial. Su capacidad para manipular venenos con precisión científica la convierte en una figura fascinante desde un punto de vista histórico y criminal.

El caso de Locusta también nos recuerda que las armas del poder no siempre son espadas o ejércitos, sino que, en ocasiones, son las artes más sutiles y ocultas las que deciden el destino de imperios y gobernantes. En una época en la que la traición y el asesinato eran parte del juego político, Locusta se destacó como una jugadora maestra. ¿Cómo? Utilizando sus conocimientos en venenos para ascender y mantenerse en una posición única en la historia de Roma y del crimen.

Y esta es la historia de Locusta, la primera asesina en serie de la historia.

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