Los Borbones por su apodo

Los Borbones por su apodo

Esta semana vamos a conocer a los Borbones por su apodo. Nos vamos de paseo por la casa Borbón. ¿Quiénes fueron los antepasados de Felipe VI?

Todos ellos son conocidos con un mote, un sobrenombre o apodo, algo de lo que, por el momento, se libran los dos últimos: Juan Carlos I y Felipe VI.

Hoy, los Borbones por su apodo. Vamos a comenzar el recorrido, ¿estás preparado?

El Animoso. Felipe V.

Felipe V

Felipe V, es el primero de la casa Borbón y quien mandó construir el Palacio Real, aunque nunca pudo vivir en él.

Fue conocido como el Animoso. Lo que nos puede llevar a pensar que se trataba de una persona enérgica, que mostraba ánimo para trabajar por España. Pero no. No sigas por ahí, porque no es así.

Lo apodaban el Animoso por los extraños cambios de humor que tenía, puesto que padecía un trastorno bipolar. A esto hay que unir el delirio nihilista de Cotard. Sí, a veces se creía rana.

Yo no puedo dejar de imaginar al rey deseando que una bella princesa lo bese para poder volver a convertirse en príncipe, bueno, en su caso en rey.

Casualmente, la fase maníaca depresiva de Felipe V explica la exagerada actividad sexual que padecía.

En fin, cada cual que extraiga sus propias conclusiones.

El Prudente. Fernando VI.

Fernando VI

Cuando se murió su mujer, la reina Bárbara de Braganza, los males propios de su linaje se agravaron. Curiosamente, era este un matrimonio bien avenido que estaba muy enamorado. Es por ello que el rey no pudo soportar que la reina se fuera para siempre.

La apatía, el insomnio y la falta de higiene, vamos que se convirtió en un marranete de manual, fueron las señas de identidad de este Borbón a partir de entonces.

Lo de reinar ya lo dejaba para otros, porque él bastante tenía con morder a la gente; los criados sentían verdadero pavor a los ataques de locura del rey, porque les zurraba de lo lindo. Bueno, también fingía estar muerto o ser un fantasma.

Y ¿cómo conseguían calmar al pobre de Fernando VI? Con opio.

La historia de este rey es fascinante, pero tenemos que dejarla aquí, porque hay que seguir con el recorrido y ninguno tiene desperdicio.

El Alcalde de Madrid. Carlos III.

Carlos III

Carlos III estaba reinando en Nápoles cuando su hermano, hijo del primer matrimonio de su padre, muere sin descendencia. Había llegado su momento. El trono español lo necesitaba.

Al llegar a España, se le cayó el alma a los pies. Madrid, la ciudad estandarte del reino, nadaba en la inmundicia e insalubridad. Pero el rey se remangó y se puso manos a la obra, sin tiempo que perder.

Emprendió una reforma total y los madrileños se echaron las manos a la cabeza por el dinero que se estaba derrochando. Finalmente, hay que reconocer que mereció la pena.

A él deben agradecer los aficionados al fútbol que los principales equipos capitalinos cuenten con un destacado lugar para celebrar sus victorias, ya que de su época son las fuentes de Neptuno y Cibeles.

También fue el responsable de que ahí esté la Puerta de Alcalá viendo pasar el tiempo.

y no podemos olvidar los madrileños que el sistema de alcantarillado y alumbrado público se lo debemos al rey alcalde.

En resumen, Carlos III supuso un soplo de aire fresco tras los dos especímenes que lo precedieron.

Pero sigamos con el paseo por la casa Borbón. Tenemos más Borbones con apodo.

El Cazador. Carlos IV.

Carlos IV

Carlos IV se encontró todo hecho. Fue el típico caso del nuevo rico, aquel que se tropieza con una vida resuelta y acomodada olvidándose de mantener y mejorar el legado paterno.

¿A qué dedicó el tiempo libre? A cazar. Desde que su padre lo introdujera con doce años en el mundo de la caza no dejó de practicar esta afición.

El problema: se convirtió en una obsesión dejando de copar su tiempo libre para pasar a ser su única actividad diaria. Sí, cazaba todos los días, todo el día de manera obsesiva.

¿Qué pasaba con sus obligaciones de Estado? Las depositó en su mujer María Luisa de Parma y en su hombre de confianza, Manuel Godoy. Terminó ocurriendo lo que se esperaba, que el roce hace el cariño y el cariño lleva a convertir a Godoy en el favorito de la reina. De este modo, gobiernan y se gobiernan juntos.

La situación política llegó a ser tan convulsa y preocupante que se vio obligado a abdicar en su hijo Fernando VII.

El rey Felón. Fernando VII.

Fernando VII

Este rey fue el más claro ejemplo del resultado de las uniones entre primos.

De su reinado son muchas las cosas que se pueden contar, prácticamente ninguna buena, aunque algún acierto aislado tuvo.

En cuanto a su faceta más personal, fue malo, retorcido, desconfiado y con muchas inseguridades provocadas tanto por su físico como por su problema genital.

Padecía macrosomía genital. El escritor francés Prosper Mérimée describe el miembro viril del rey «tan gordo como el puño en su extremidad».

Según este escritor, las heridas internas que les producía a sus esposas pudieran ser la causa de la muerte. La solución a este problema fue la creación de un cojín con un agujero en medio (un donut) que hiciera de tope.

En fin, es desagradable hasta escribirlo. Vamos a continuar con su hija.

La de los Tristes Destinos. Isabel II.

Isabel II

El caso de Isabel II me provoca ternura.  Mujer fogosa y sexual prefirió entrar en un convento y dejar la corona antes que casarse con su primo Francisco de Asís que era homosexual. No la dejaron y la historia ya la conocemos: ninguno de sus hijos fue del consorte.

Toda su vida estuvo dirigida por los políticos de la época que la obligaron a reinar sin estar preparada. Se sentó en el trono por primera vez siendo aún una niña (tenía trece años) y de ella llegaron a aprovecharse en todos los sentidos introduciéndola a temprana edad en el juego de las artes amatorias.

Galdós, gran republicano y muy crítico con la monarquía, nos la dio a conocer como la de los Tristes Destinos. El escritor llegó a obsesionarse con esta reina y movió los hilos de sus contactos hasta conseguir una entrevista con ella.

Recuerda el escritor «Su rostro venerable, su mirada dulce y afectuosa persistieron largo tiempo en mi memoria».

El Pacificador. Alfonso XII.

Alfonso XII

Pese a que su reinado fue breve, lo dedicó a consolidar la monarquía y finalizar los enfrentamientos de los periodos anteriores. De ahí su apodo.

Un reinado que te deja frío, ni fu ni fa.

El Africano. Alfonso XIII.

Alfonso XIII

Hijo póstumo del Pacificador, Alfonso XIII pasa a la historia como el Africano por empezar la guerra de Marruecos.

Este rey es de novela. El más olvidado y apartado de la historia, pero cuya vida es fascinante. Si no te lo crees, lee la novela En los ojos del rey.

Con él, se terminan los apodos borbónicos así como el paseo por la casa Borbón de esta semana.

Terminado este repaso de los Borbones por su apodo, hago una reflexión.

En la actualidad, parece que más nos llama la atención el mundo político que el monárquico para eso de los apodos. Hoy son ellos, nuestros políticos, los de los motes.

Zapatero: la ceja.

Pablo Iglesias: el coletas.

Aznar: el piloto automático.

Isabel Díaz Ayuso: la Dama de Hierro.

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