Magnicidio español

Magnicidio español

El magnicidio español es una realidad. El paseo por la historia a través de sus curiosidades nos lleva hoy a demostrar que España es el país occidental donde más magnicidios se han perpetrado.

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Empezaremos aclarando conceptos. ¿Qué es un magnicidio?

Se entiende por magnicidio una muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder. Generalmente, el término se emplea cuando el implicado desempeña el puesto de presidente del Gobierno o jefe del Estado.

En España, la fatídica lista comenzó en 1870 con el general Juan Prim, al que siguieron Antonio Cánovas del Castillo, José Canalejas, Eduardo Dato y termina en 1973 con Carrero Blanco.

Por tanto, hasta en cinco ocasiones se ha vivido un magnicidio español.

Francisco Pérez Abellán, periodista especializado en criminología y crónica de sucesos, dice en su libro El vicio español del magnicidio:

«El magnicidio ha sido durante más de un siglo una respuesta a los deseos de cambio […] Mediante maquinación inteligente, la violencia política trata de cambiar el curso de la historia con la muerte violenta de los máximos dirigentes. Desde finales del siglo XIX y hasta muy avanzado el XX, en España la forma nueva de forzar el destino colectivo era matando a un solo hombre. Un método que llega hasta los tiempos más recientes del franquismo con el magnicidio del almirante Luis Carrero Blanco. En todas las ocasiones se detectan grupos de ejecutores manejados en la sombra por quienes se benefician de la acción y encubren la verdad revistiéndola con la supuesta ideología revolucionaria de los asesinos».

¿Quiénes son los cinco presidentes protagonistas del magnicidio español?

Juan Prim, 1870

Militar con destacada participación en la Primera Guerra Carlista y en la Guerra de África. Fue el impulsor de la caída de la reina Isabel II tras la revolución de La Gloriosa en 1868 apostando por la entronización de Amadeo de Saboya.

Su asesinato se perpetró un día antes de que llegara a España Amadeo de Saboya para ser nombrado rey por él. Era un 27 de diciembre de 1870 cuando Prim subía al coche que lo llevaría a casa tras de finalizar sus labores en el gobierno. Entonces, un grupo de pistoleros abrió fuego contra el coche en el que viajaba. Prim salió con vida del tiroteo, pero murió a las pocas horas a causa de los disparos recibidos.

Son varias las hipótesis que se barajaron, y todavía hoy no se sabe con certeza quiénes fueron los autores. Incluso se ha llegado a sugerir que lo axfisiaron en su lecho de muerte.

Cánovas del Castillo, 1897

El periodista y anarquista Michele Angiolillo asaltó a Cánovas el 8 de agosto de 1897 mientras estaba en el balneario de Santa Águeda, en Mondragón (Guipúzcoa). Le asestó tres disparos de revólver.

Al asesino lo juzgaron y ejecutaron después de declarar que lo hizo como venganza por la represión policial y torturas realizadas en lo que se conoce como proceso de Montjuic. Sin embargo, no faltan sospechas acerca de la ayuda de independentistas cubanos e incluso del gobierno de Estados Unidos.

Canalejas, 1912

José Canalejas, liberal, regeneracionista y abogado de profesión, presidía el Ejecutivo del país a comienzos del siglo XX cuando el anarquista Manuel Pardiñas Serrano lo asesinó. El presidente miraba el escaparate de la librería San Martín cerca de la Puerta del Sol cuando recibió el disparo. Era el 12 de noviembre de 1912.

Aunque a lo largo de varias décadas se ha hablado de complots internacionales y locuras transitorias, los motivos del asesinato no se han llegado a esclarecer.

Su asesino se suicidó disparándose con la misma pistola al verse rodeado de policías. Este crimen acabó con el proyecto de democratización de la monarquía que tenía Canalejas durante la Restauración.

Eduardo Dato, 1921

Con este presidente ocurrió algo parecido a lo que le sucedió a Prim. Y es que un grupo de pistoleros asaltó el coche oficial en el que iba de regreso a su casa.

Fue el tercer presidente asesinado durante la etapa de la Restauración, junto a Cánovas y Canalejas. Esto demuestra la enorme crisis política que atravesaba el país, donde el uso de la violencia se convirtió en un macabro recurso más.

Eduardo Dato fue protagonista de la última fase de la Restauración como ministro de Gobernación durante la Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena. Dato fue presidente del Ejecutivo en tres períodos diferentes.

Su apuesta por reprimir las revueltas sociales y su defensa de la Ley de Fugas lo convirtieron en blanco de críticas de parte de la izquierda. Por ello se pensó durante mucho tiempo que tres anarquistas catalanes fueron los responsables de su muerte.

No obstante, investigaciones posteriores apuntaron a que los autores fueron pistoleros a sueldo.

Carrero Blanco, 1973

La banda terrorista ETA asesinó al entonces presidente del Gobierno de la dictadura franquista el 20 de diciembre de 1973. La explosión de una bomba en la calle Claudio Coello cuando su coche pasaba por allí acabó con su vida.

Venía de asistir a su misa diaria en la iglesia de San Francisco de Borja. La explosión abrió un cráter en la carretera y el coche voló hasta caer sobre el tejado del edificio de los jesuitas junto a la iglesia.

En este caso, no existen dudas sobre la autoría de los terroristas. Sin embargo, no han faltado las teorías conspirativas que indican que los ayudaron personas interesadas en apartarlo del poder para que no fuese un obstáculo al progreso.

Su marcado carácter franquista suponía un problema ante la próxima muerte del dictador y el inminente final del régimen que se darían en tan solo unos meses. Este atentado se conoce como «Operación Ogro».

Estos son los cinco asesinatos que demuestran el magnicidio español.

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