Bonaparte robó un Velázquez

Bonaparte robó un Velázquez

Cuánto se ha hablado de las alforjas llenas o guardajoyas vacíos que se llevaron o dejaron las reinas de España tras La Gloriosa. Me refiero a Isabel II y su madre María Cristina. En cambio, qué poco se habla del gusto por lo ajeno del rey, en este caso de José Bonaparte.

En nuestro paseo de hoy por la historia a través de sus curiosidades: Bonaparte robó un Velázquez.

Después del juego de tronos organizado por Carlos IV y su hijo Fernando VII, que puedes leer en este artículo, el emperador Napoleón nos impuso a su hermano José como monarca.

Pepe, el plazuelas, llamado así despectivamente por los españoles por abrir muchas plazas en Madrid, la más importante la plaza de Oriente, gozó de un reinado breve. Las derrotas francesas del 22 de julio de 1812 en Arapiles y la de Vitoria el 13 de junio de 1813 terminaron con su reinado español.

Te explico por qué Bonaparte robó un Velázquez. Un Velázquez y doscientas pinturas de las colecciones reales españolas.

Si hoy visitas la Apsley House de Londres encontrarás una de las colecciones de arte más importantes del Reino Unido. Entre las obras más destacadas se encuentran El aguador de Sevilla de Diego Velázquez, La última cena de Juan de Flandes, o Danae recibiendo la lluvia de oro de Tiziano. Las tres nos pertenecieron hasta el siglo XIX a los españoles, al patrimonio real español.

Lo sé. Te estarás preguntando cómo diantres llegaron estas obras maestras, que en condiciones normales colgarían de las paredes del Museo del Prado, a Londres. Normal.

La respuesta nos la da la historia. En concreto en uno de los últimos episodios de la guerra de la independencia española. Sus protagonistas son, por un lado, el duque de Wellington (primer propietario de la Apsley House) y, por otro, el francés, que entonces reinaba en España, José I Bonaparte.

Tan novelesco resultó este acontecimiento que Galdós lo usó como argumento de uno de sus Episodios Nacionales: El equipaje del rey José.

Para no perdernos y entender bien esta historia, retrocederemos al mes de marzo de 1813. José I recibe una comunicación de Napoleón que le explica que la guerra en el frente ruso está resultando un desastre. Necesita su ayuda inmediatamente para frenar el avance de las potencias enemigas sobre Francia.

El monarca ordena entonces a todas las tropas francesas dispersas por la península ibérica que se replieguen y se dirijan a la frontera para cruzar a Francia.

José I se prepara con sus ejércitos para hacer lo propio desde Madrid. Pero no sólo prepara los ejércitos, también su equipaje. ¿Y si no volvía?

Era una posibilidad que estaba sobre la mesa. Así que requisa casi dos centenares de pinturas, entre ellas alguna de las joyas de la colección real. Además de los ya citados, requisa obras de Giulio Romano, Correggio o Elsheimer.

Antes de cruzar la frontera, en Vitoria, se encontró con el gran ejército aliado comandado por el futuro duque de Wellington que pretendía cortarle el paso. Allí se libró un combate terrible que acabó con una victoria aplastante de los aliados. Fue el último gran enfrentamiento de la guerra de independencia española y el principio del fin de la ocupación francesa.

Cuando los vencedores empezaron a desmantelar los carros, maletas y cualquier posesión de los vencidos se encontraron que en el coche del rey había casi dos centenares de telas. Es decir, las obras que José I había extraído de sus marcos en Madrid y que abandonó tras la derrota antes de huir a Pamplona.

Wellesley, el duque de Wellington, envió estas obras a Londres para ponerlas bajo custodia de su hermano lord Maryborough. Este se encargó de examinar y catalogar todo el material descubriendo el tesoro que el rey pretendía llevarse a Francia.

Al conocer la procedencia de las obras, el militar inglés dio instrucciones de informar al nuevo rey español, Fernando VII, su intención de devolverlas.

¿Qué ocurrió? ¡No recibió ninguna respuesta!

Dos años más tarde, Wellington se vuelve a poner en contacto con la casa real española por medio de una carta al conde de Fernán Núñez, representante español en Inglaterra.

Esta vez sí recibió una respuesta: «Su Majestad, conmovido por vuestra delicadeza, no desea privaros de lo que ha llegado a vuestra posesión por cauces tan justos como honorables».

¡Qué generoso era Fernando VII!

De vuelta a Inglaterra, Wellington, el vencedor de Waterloo, recibió honores y también regalos de los países a los que liberó. Reacondicionó Apsley House para convertirla en su nueva residencia y la decoró con todas las obras de arte que había adquirido en los últimos años.

Tras su muerte, sus herederos convirtieron Apsley House en un museo y en 1947 cedieron el edificio al Estado británico. En el museo se exhiben en la actualidad 83 de las obras que en Inglaterra llaman el «regalo español» que Fernando VII había hecho a Wellington. Un nombre tan irónico como el de la Armada Invencible.

Como ves, Bonaparte robó un Velázquez, entre otros muchos tesoros pictóricos y Fernando VII regaló a los ingleses parte de nuestro patrimonio y un motivo más para reírse de nosotros.

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2 thoughts on “Bonaparte robó un Velázquez

  1. Muy interesante Sonia!

    Los “ejércitos franceses” expoliaron España y todos los países que invadieron y violaron militarmente. Napoleón “pagaba” a sus soldados y oficiales permitiéndoles el robo a mano armada de todo lo que tenían a su alcance…Como Hitler, Alejandro magno y toda esta caterva

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