Ni Sofía ni Letizia. Edelmira.
Ni Sofía ni Letizia. Edelmira. Ella debería haber sido nuestra reina y la historia entonces sería diferente. Ni rifirrafe en Palma, ni Noos, ni Froilanes. Pero seguro que disfrutaríamos de otros acontecimientos protagonizadas por otros personajes.
La vida es caprichosa y los devenires históricos hacen que nada haya seguro. Si el azar no hubiera obligado a escribir la historia como la conocemos, jamás hubiéramos hablado de Sofía y mucho menos de Letizia.
Rebobinemos. Viajemos en el tiempo hasta principios del siglo XX. ¿Me acompañas? Pues vamos.
Bienvenido al reinado de Alfonso XIII, el reinado más sicalíptico. Este rey, el último Borbón que habitó el Palacio Real de Madrid, se casó con la princesa inglesa Victoria Eugenia de Battemberg, portadora de la hemofilia por rama materna; es decir, enfermedad de la sangre que es hereditaria y que impide coagular con normalidad.
El primer hijo del matrimonio y, por tanto, Príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón y Battemberg, nació hemofílico lo que lo privó de una vida normal, siempre enfermo y débil.
Con la llegada de la II República a España, quizá gracias a la huida del Borbón, aunque tampoco sabemos qué habría sucedido de haberse quedado, la familia real se exilió en Suiza. En un sanatorio en el que se encontraba ingresado el Príncipe, conoció a la cubana Edelmira Sampedro y se enamoraron perdidamente.
Por supuesto, no hay nada normal en la vida de estos personajes (me refiero a personaje histórico). Ya en el exilio y en plena República, el ex rey todavía vivía como si lo fuera, no solo porque viviera a cuerpo de rey, sino porque sentía como si lo siguiera siendo. De ahí que se negara en rotundo a que el matrimonio del heredero fuera un matrimonio morganático, esto es, entre dos personas de rango social diferente.
Si Bourbon hubiera sido rey, nos hubiéramos perdido el rifirrafe de Palma. Share on XEdelmira no pertenecía a la realeza, por eso, el príncipe renunció a sus derechos dinásticos para casarse con la cubana. La pareja contrajo matrimonio en Lausana, Suiza, en junio de 1933 y le puso fin en 1937, ¿sin descendencia?
Según nos ha llegado la historia, el matrimonio no tuvo hijos; sin embargo, pasados los años y tras vivir España una república, una Guerra Civil y una dictadura, vuelve la monarquía con el Borbón del tercer hijo de Alfonso XIII. Alfonsito (Príncipe de Asturias) había muerto, al segundogénito, Jaime, que era sordomudo también lo obligaron a renunciar a sus derechos dinásticos pasando el turno al tercero que casualmente era el sano, Juan. Pero Franco decidió torear o capear a este Borbón y le quitó a su primogénito para convertirlo en heredero. De esta manera, se restauró la monarquía con el rey elegido, no con el que tocaba. Como consecuencia, las consortes desde la restauración después del franquismo han sido Sofía y Letizia.
Insisto, no debería haber sido así. Ni Sofía ni Letizia. Edelmira.
Un momento. Vamos a parar.
¿No tuvieron descendencia Alfonso (el que hubiera sido el XIV) y Edelmira?
Me chirrían varias cosas, pero vamos por partes.
Tras el divorcio, el conde de Covadonga (título que le concedió el rey una vez que renunció a sus derechos dinásticos) se volvió a casar. Por el contrario, Edelmira no rehízo nunca su vida sentimental.
El rey por derecho a pataleta, no había asistido a la boda de su hijo, pero para la familia real Edelmira fue la única mujer reconocida del príncipe, incluso mejoraron las relaciones con ella una vez fallecido el hijo. Esto sí que resulta sorprendente si es que no hay algo más. También era apodada familiarmente como la “Puchunga”, que en cubano viene a ser algo así como “mi amor”.
El exiliado Alfonso XIII, a quien no le tembló el pulso a la hora de quitarse de en medio a sus dos hijos tullidos, como si de un hombre de hielo se tratara, entregó la corona a su tercer hijo sano, Juan de Borbón, padre del emérito.
Se nos ha hecho creer que el príncipe no tuvo descendencia, porque ¿qué hubiera ocurrido de haberla tenido? Evidentemente, la historia hubiera sido bien distinta. El hijo de una plebeya no podría ser el nuevo Príncipe de Asturias. Qué cosas, ¿verdad?
El periodista y gran experto en los Borbones, José María Zavala, tuvo la suerte de conversar con un clon del rey que se diferencia por los rasgos ingleses (ojos azules y pelo rubio) y que afirma ser hijo del Príncipe de Asturias y Edelmira; él es Alfonso de Bourbon. Sí, escrito como se pronuncia en francés, una de las lenguas que hablaba, y que además coincide con el nombre de la bebida espirituosa.
Quizá sea el motivo por el que Edelmira fuera considerada como la única esposa del príncipe y por lo que las relaciones mejoraran tras la muerte de Alfonso de Borbón y Battemberg.
Es probable que el sentimiento de culpa, más por parte de la reina que del rey, les llevara a compensar económicamente a la cubana para que no hablara. De hecho, murió sin conceder una sola entrevista. Jamás habló de su supuesta maternidad y, esta es mi opinión, se vio obligada a no mantener contacto con su hijo. Poderoso caballero es don dinero, si es que lo hubo y la historia de Bourbon es verdad.
Según la versión del propio Bourbon, lo dieron en adopción a unas monjitas en Suiza y ambos padres se desentendieron del pequeño. Nunca tuvo relación con ellos, siendo las monjas quienes le revelaron sus orígenes.
De ser así, ¡qué diferente sería la historia!
Ni Sofía ni Letizia. Edelmira.
Ni Atenas ni Asturias. Sagua la Grande.
El destino, que es muy caprichoso, ha querido cerrar el círculo volviendo a lo que debería haber sido. De esta manera, Letizia es aquella Edelmira a la que no dejaron ser princesa. Aquella plebeya por la que también corría sangre asturiana (su madre tenía origen asturiano) y de quien se enamoró el Príncipe de Asturias.
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