París se comió al zoo

París se comió al zoo

Que en las guerras todos pierden no es una novedad. Aun así, el hombre sigue tropezando con la misma piedra una y otra vez.

No importa la educación, los conocimientos o los siglos que pasen, las guerras continúan estando de moda. Todo siglo cuenta con la(s) suya(s) y es que cien años dan para mucho. Por supuesto, no todo bueno. En el paseo por la historia a través de sus curiosidades, hablamos hoy de cuando París se comió al zoo. Recuerda que puedes escuchar este artículo como podcast en YouTube o Spotify.

De la guerra franco-prusiana se ha escrito mucho, muchísimo, como de todas. Hasta la hemos estudiado, porque eso es para lo que sirven, para que generaciones posteriores las estudien, sepan que existieron y… y ya está. Para nada más. Lo de dar ejemplo y tomar los errores del pasado como aprendizaje en el presente no va con la condición humana.

Ya sabes que en este blog de la historia en blanco y negro, te propongo un acercamiento al pasado desde otra perspectiva, la curiosa o anecdótica, que no tiene por qué ser agradable o positiva.

Dentro del marco de la guerra franco-prusiana que libraron el Segundo Imperio francés y el reino de Prusia a finales del siglo XIX, París se comió al zoo.

Nos ponemos en situación

En 1870 el deteriorado Segundo Imperio francés vive su final. La estocada última se la da la guerra franco-prusiana en la que durante la batalla de Sedán Napoleón III se rinde.

Los franceses no contaban ni con un ejército preparado ni con aliados lo que, unido a la postura de Napoleón en cuanto a política exterior de mostrarse contrario a las unificaciones y poco amigo de Europa, llevó al imperio a su caída.

Se establece entonces un gobierno provisional en París y el sector republicano invade la Asamblea proclamándose la Tercera República francesa.

El sitio de París se prolongó durante 135 días durante los cuales, la ciudadanía mostró un coraje para defenderse que asombró al mundo.

No era ningún secreto que a París llegarían las fuerzas prusianas lo que impediría una vida normal. Por eso, la población parisina hizo acopio de provisiones. Sin embargo, la comida se acababa y muchos civiles morían.

¿Qué ocurrió?

Que los víveres se acabaron y el pueblo se desmoralizó.

Y es que uno de los principios básicos en todas las guerras es el instinto de supervivencia. Un instinto que empuja a los civiles a librar su propia guerra. Sobrevivir es el gran reto del ser humano en una contienda del tipo que sea.

La hambruna era una realidad. Los alimentos básicos como legumbres, hortalizas, queso o leche se agotaban. Entraba en juego el instinto de supervivencia que se tradujo en consumir carne de caballo, mulas y burros. Por ejemplo, la carne de caballo que era un recurso barato para los pobres en la época, durante el sitio de París se convirtió en un lujo.

Un dato: se estima que, entre septiembre de 1870 y enero de 1871, se sacrificaron alrededor de setenta y cinco mil caballos. Evidentemente, no era un alimento al alcance de cualquiera. De ahí que comenzaran a sacrificar diferentes animales. Lo que dio lugar a carnicerías de gatos, perros, palomas y ratas.

Entonces París se comió el zoo.

Se habían acabado los víveres y los animales callejeros empezaban a escasear. Entonces, los zoológicos de la ciudad tomaron una decisión: vender sus animales a los carniceros. El zoo Jardines des Plantes llegó a sacrificar a su atracción turística más popular, la pareja de elefantes Castor y Pollux, que solían pasear a los visitantes del recinto montados a su grupa.

Se salvaron pocos animales; los monos por su parecido con los humanos y los hipopótamos por el elevado precio que les pusieron.

Algunos de los mejores restaurantes de la ciudad presumieron de servir los animales más exóticos del zoo. Este es un ejemplo de menú de la época en la que se pueden leer algunos de los platos más surrealistas jamás cocinados.

Menú de Navidad en restaurante parisino de 1870 – La Vanguardia (Dominio público)

Se trata del menú de Navidad de 1870, coincidiendo con el día noventa y nueve de asedio. El exclusivo restaurante Voisin, del famoso chef Alexandre Étienne Choron, ofrecía a sus comensales los siguientes platos: cabeza de burro estofado como aperitivo, consomé de elefante, nuggets de camello frito, guiso de canguro, chuletas de oso con salsa de pimienta, pierna de lobo con salsa de carne de venado, gato flanqueado por ratas o terrina de antílope con trufas.

Antes de terminar, quiero darte algunos datos sorprendentes aportados por el médico estadounidense Robert Lowry Sibbet. Parece ser que la carne de rata que, al principio suponía el sustento de las clases más pobres, disparó su precio a raíz de que se pusiera de moda entre la alta sociedad el paté de rata. La carne de gato y perro costaba entre los veinte y cuarenta centavos la libra, mientras que una rata gorda podía costar cincuenta.

¿Cómo termina esta historia?

Como imaginarás, los animales no volvieron a la vida, pero impidieron que los humanos perdieran la suya.

El sitio de París terminaría a finales de enero de 1871 con la capitulación del gobierno francés. Este cedió a las exigencias prusianas de anexionar las regiones de Alsacia y Lorena, ricas en minas de carbón y hierro, al Imperio alemán, así como al pago de cinco mil millones de francos.

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