Pucherazo
Esta semana, aprovechando las elecciones que acabamos de celebrar, vamos a tratar una curiosidad de la historia de la democracia: el pucherazo.
Seguro, que referida a la política, es una palabra que has escuchado muchas veces, pero qué significa y, sobre todo, por qué se emplea ese término en el campo político.
Quédate unos minutos más por aquí que te lo cuento brevemente. También lo puedes escuchar en el podcast Historia en B/N. Te dejo el enlace de YouTube y el de Spotify.
Diría que hemos vivido una campaña electoral algo atípica. Una campaña que ha visto cómo el pueblo se centraba en noticias que nada tenían que ver con ella. Por un lado, el caso Vinicius Jr con la polémica de si es o no España un país racista. Por otro, el temporal de lluvia y granizo que ha inundado la península en pleno mes de mayo y seguirá haciéndolo ya en junio. En definitiva, dos noticias más interesantes que las pamplinas que, por lo general, los partidos manifiestan en los debates que disputan. No te digo ya en los mítines.
Dentro de esta última campaña electoral, porque ya estamos inmersos otra vez en una nueva, si hay algo que pasará a la historia de las elecciones españolas, es la venta de votos que se ha dado principalmente en Melilla, aunque también en otros lugares puntuales de la península.
Ahora el foco está de nuevo en las elecciones de julio. Sí, señores, todo el año ahorrando para las vacaciones de verano y… ¡sorpresa! Te fastidias, hay que votar. Pero bueno, esto es otro tema que se verá reflejado en las urnas y que nos daría para otro artículo. Hecho este inciso, vuelvo a la campaña, porque uno de los puntos calientes de estos nuevos comicios lo encontraremos nuevamente en el voto por correo. En esta ocasión, un número muy elevado de españoles votará por correo. La pregunta entonces es si se repetirá la situación bochornosa de la compra venta de votos.
Y es que esto de los tejemanejes electorales es algo que viene de lejos. Siempre te digo que nos creemos unos modernos, pero todo está inventado.
He aquí la historia del pucherazo.
El pucherazo es un fraude electoral que consiste en la manipulación de los resultados.
Este término se acuñó durante la restauración borbónica en la que hay que decir que todas las elecciones resultaron fraudulentas.
Fue el tipo de fraude más común con el que se lograba la alternancia en el poder o turnismo que habían pactado con anterioridad el partido Conservador y el Liberal.
Esto se conseguía, fundamentalmente, gracias a las zonas rurales, que eran las más numerosas en aquella época, en las que el caciquismo campaba a sus anchas. Como imaginarás, en estas zonas era mucho más fácil controlar el voto y, por ende, facilitar la estafa.
Vemos que el pucherazo era llegar al Gobierno haciendo trampa en los comicios.
Tras la consolidación del Estado Liberal, siglo XIX, las urnas se convirtieron en un elemento imprescindible para depositar el voto. Sin embargo, se trataba de algo que no había en todas partes.
De este modo, en las áreas más rurales se empleaban los pucheros como urnas. En ellos se depositaban las papeletas que, como si de un guiso se tratara, entraban y salían, igual que los garbanzos o las patatas, y lo hacían en función de lo que se había pactado anteriormente.
Pero como se dice, hecha la ley, hecha la trampa y otros métodos de fraude era colocar las urnas en lugares inaccesibles o la falsificación de votos de personas fallecidas, lo que se conoce como lázaros, por lo de levántate y anda. En este caso, sería algo así como levántate y vota. Esto dio lugar a que los periódicos satíricos de la época publicaran dibujos en los que se veía a esqueletos saliendo de sus tumbas para votar. Por ejemplo, el periódico El Motín que en 1884 publicaba un grabado con el título: Antes de la batalla electoral. Levantar muertos.
Al final, siempre encontramos anécdotas como la que se vivió en Pontevedra en las elecciones de 1849. Durante la votación, los integrantes de una de las mesas electorales discutían si un vecino había votado dos veces. Tan acalorada resultó la disputa que llegaron a las manos y el puchero cayó al suelo rompiéndose y quedando esparcidos todos los votos. Esta votación se anuló y tuvieron que repetirla. Para dar la imagen de transparencia, pero, en realidad, para controlar bien quién debía ganar.
Hoy no existe el pucherazo en el sentido literal del término original, aunque se sigue empleando para designar a cualquier tipo de fraude electoral que se pudiera dar. De ahí que lo hayamos escuchado durante esta última campaña para referirse a la polémica que comentaba al principio de la venta de votos.
Ahora nos queda atender expectantes a esta nueva campaña y confiar en que no haya ningún pucherazo.
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