Batalla de Pensacola
Los americanos tienen mucho que agradecernos. ¿No te lo crees? Sigue leyendo este artículo sobre la batalla de Pensacola.
En mi obsesión por dar a España el lugar que se merece en la historia del mundo, el último viernes de cada mes lo dedicaremos a una de las batallas más destacadas de nuestra Armada. Inauguramos la sección a lo grande con la batalla de Pensacola por la que Estados Unidos nos tiene que estar eternamente agradecido.
Un capítulo de nuestra historia, como tantos otros, del que no se ha hecho justicia. Y no lo entiendo bien. Si a cualquiera nos dieran a elegir entre algo bueno y algo malo, sin duda, todos nos decantaríamos por lo primero. ¿Por qué cuando hablamos de historia elegimos siempre lo malo y si no lo hay lo inventamos?
Los españoles está claro que somos para estudiarnos aparte.
¿Por qué decía que tienen que estar los americanos agradecidos a España?
Subamos al tren del tiempo que la batalla de Pensacola merece la pena conocerla.
Era el siglo XVIII cuando nuestro rey Carlos III le declaraba la guerra a Jorge III de Inglaterra. Por un lado, ayudaba a los americanos económica y militarmente, por otro, pretendía recuperar los territorios que nos habían ganado los ingleses en contiendas anteriores. Este es el caso de Gibraltar y Menorca.
Gracias al cielo recuperamos una de las islas más bonitas de Baleares, lo de Gibraltar es un tema que siglos después aún escuece.
Para entender esta batalla hay que remontarse a la guerra de los Siete Años que Reino Unido ganó a España y a Francia.
Como es lógico, dentro de la lógica que pueda haber en el mundo de las guerras, ambos países estaban ojo avizor para devolvérsela a los ingleses. Fue en la guerra de la Independencia americana cuando encontraron la gran oportunidad los españoles.
Sin ninguna duda, la intervención española fue decisiva para la emancipación de las colonias alzadas. Una participación trascendental para el nacimiento de los EE.UU. que, curiosamente, fue ignorada y ninguneada hasta el siglo XX cuando se ha vuelto a poner de relieve al otro lado del charco la figura del español Bernardo de Gálvez.
Empezó la guerra de los americanos con España como neutral, pues Carlos III no tenía claro que fuera beneficiosa nuestra participación. Esto no evitó que por detrás ofreciera ayudas militares y económicas.
Era entonces Bernardo de Gálvez un deslumbrante político y militar, aunque muy joven, gobernador de Luisiana. Esto es importante, porque no lo tomaron en serio al principio pensando que su inexperiencia llevaría al desastre. En cambio, Bernardo era un militar de los de la época, entregado a la causa, es decir, a España y preparado con una brillantez exquisita. Sin duda, parte del éxito de esta contienda se debe a la pericia de Bernardo.
Como decía, el rey tenía sus dudas, recordemos que fue uno de los mejores reyes que ha tenido nuestra patria, la inspiración del actual monarca.
Mientras el conde de Floridablanca abogaba por la neutralidad, el conde de Aranda, que era embajador de España en París, opinaba lo contrario, que había llegado el momento de actuar. Y ganó el parecer de este último, porque España le declaró la guerra a los ingleses.
¿Qué ganaban los españoles? Proteger los territorios hispanos que pertenecían al virreinato de Nueva España (actual México).
El objetivo era Pensacola, pero antes había que echar a los ingleses asentados en el Misisipi y Mobila.
Bernardo de Gálvez se enfrentaba a un primer problema interno: la falta de efectivos. Necesitaba un ejército mayor. No lo pensó mucho y organizó una expedición a Cuba donde podría conseguir hombres y barcos. Y aquí es donde le juega una mala pasada la edad, pues era preferible alguien con mayor experiencia, los cubanos desconfiaron. Finalmente, el español consigue hacerse oír y, lo más importante, que confíen en él. Emprende entonces el camino de regreso a Nueva Orleans con cuatro mil soldados y una pequeña flota.
Por si no fuera ya complicado todo, por el camino, un huracán los sorprende hundiendo varios barcos. Otra vez tiene que regresar a Cuba a por más efectivos, lo que hizo que la operación se retrasase. De allí partió directo a Santa Rosa. Gálvez fue atacando todos los puestos que los británicos tenían hasta llegar a la bahía de Pensacola.
Al joven Bernardo se le sumó otro problema y es que los oficiales de los buques de la Armada española encargada de transportar a las tropas dudaron en adentrarse por miedo a encontrar a los ingleses de frente.
Había llegado el momento de demostrar su valía, quién era y que la edad no era un problema, sino una virtud.
Famosas son sus palabras entonces: «El que tenga honor y valor que me siga. Yo voy por delante con el Gálvez-Town para quitarle el miedo».
Sólo necesitó diez días para que la ciudad se rindiese dando lugar a una de las batallas más destacadas de la guerra de la Independencia, la batalla de Pensacola.
Gracias, España.
De nada, América.
Espero haber contribuido a que abras los ojos y sientas curiosidad por nuestra historia, tan olvidada unas veces, maltratada otras.
Ahora te toca a ti profundizar sobre el tema si te apetece. Mi trabajo acaba aquí. Te he presentado a la estrella michelín, la cena corre de tu cuenta. Eso sí, te dejo unos enlaces interesantes.
Bajo dos banderas: Relatos de España en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos.
La batalla de Pensacola: Gálvez echa a los ingleses de Florida.
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Y estas son mis novelas.