Dieta del vinagre de Lord Byron
Si en el paseo por la historia a través de sus curiosidades hablábamos de pintura la semana pasada, hoy nos centraremos en otra de las artes: la literatura. Vamos a conocer la dieta del vinagre de Lord Byron.
Prepárate, viajamos al Londres del siglo XVIII para descubrir el lado menos famoso del poeta romántico. Elige si continuas leyendo o prefieres escucharlo como pódcast aquí o aquí.
Su propia belleza y la de su poesía, unidas a la excentricidad que lo caracterizaba, tan alejado de la puritana sociedad inglesa de la época, convierten a Lord Byron en una celebridad.
Pero en la vida real no todo es belleza y éxito. La salud, nuestro bien más preciado, se le resistió al poeta que sufrió vértigos, cojera, gonorrea, malaria, bulimia y anorexia.
En ese tiempo, los métodos terapéuticos que se empleaban eran de dudosa eficacia y, la mayor parte de las veces, peligrosos. Así nos dejó constancia en su conocido poema épico burlesco Don Juan donde hacía referencia al consumo de sales de Epsom, cuyo ingrediente principal era el sulfato de magnesio. Se utilizaban como laxante, relajante muscular y, combinadas con otros medicamentos, servían para purgar y ocasionar vómitos.
El poeta tenía una clara obsesión con el peso. Le aterrorizaba engordar, ya que su madre sufrió de sobrepeso, algo que temía heredar. De ahí que siguiera estrictas y peligrosas dietas de manera rigurosa desde su juventud.
Es en los últimos años, cuando la obsesión por la pérdida de peso lo lleva a seguir una práctica peligrosa: la dieta del vinagre de Lord Byron.
Esta dieta no es algo anecdótico o residual, sino que a lo largo de la historia han destacado prácticas que han puesto en peligro la vida de las personas que las han llevado a cabo. Por ejemplo, cabe recordar la bucarofagia en el Siglo de Oro consistente en tomar pequeños búcaros de barro reblandecidos con el agua que portaban.
Volviendo al siglo XVIII, la dieta del vinagre de Lord Byron consistía en consumir este líquido agrio para reducir el apetito. Y sí, funcionó. Es cierto que el poeta romántico perdió peso de manera drástica, pero pagando un alto precio a costa de su salud.
A cambio de alcanzar el peso deseado sufrió desde problemas dentales hasta vómitos y diarreas que se convirtieron en una parte constante de su vida.
Seguro que te lo imaginarás bebiendo chupitos de vinagre, pero no, no lo hacía así. Lo tomaba con agua y arroz, creyendo que favorecería el efecto purgante, provocándose vómitos y diarrea.
El atractivo poeta acabó con un aspecto pálido, hinchado y cetrino.
No creas que esta peligrosa dieta fue una excentricidad única de Byron. Se sabe de otros casos por las publicaciones de la época. Por ejemplo, en 1733, Mademoiselle Lapaneterie, siguiendo el consejo de una vecina bebió un vaso de vinagre cada día para aclarar la piel hasta fallecer. Lo mismo le ocurrió más tarde, en 1826, dos años después de fallecer el poeta, a otra francesa que murió a consecuencia de la misma dieta.
No obstante, esta práctica se prolongó hasta mediados del siglo XIX en Europa, sobre todo, en Francia.
En 1998, un grupo de investigadores del departamento de medicina interna del Hospital Universitario de Innsbruck señaló los tres efectos nocivos del excesivo consumo de vinagre:
Hipocalcemia: Niveles bajos de calcio en el suero sanguíneo que pueden causar espasmos musculares.
Hiperreninemia: Respuesta homeostática a la reducción de la presión de perfusión renal o flujo plasmático debido a niveles elevados de renina (una hormona producida por los riñones) en la sangre. Esto provoca hipertensión arterial e insuficiencia renal.
Osteoporosis: Condición que debilita los huesos, haciéndolos frágiles y más propensos a fracturarse.
Y uno de los daños estéticos que se ha demostrado en la actualidad es el de la erosión dental. Llama la atención porque Byron estaba preocupado por sus dientes, que eran pequeños y regulares. Por eso, masticaba y fumaba tabaco. Primero, porque pensaba que era beneficioso para la dentadura y después, porque evitaba el hambre.
Diversos estudios en el siglo XX han demostrado que el ácido acético que contiene el vinagre lo que hace es reducir las respuestas de glucosa e insulina después de comer, tal vez debido a una tasa de vaciamiento gástrico retrasado.
Por eso, Byron sostenía que era adelgazante, cuando en realidad lo que provocaba era un efecto saciante.
Finalmente, esta práctica, ni es una dieta real ni está reglada o descrita profesionalmente de ninguna manera y lo que ha quedado claro es que el peligro radica no en lo que se toma sino en lo que se deja de tomar.
Al final, la historia está plagada de modas letales como esta: la dieta del vinagre de Lord Byron.
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muy interesante
Muchas gracias, Trini.
Un abrazo.