Don sin din, cojones en latín

Don sin din, cojones en latín

Hay una frase que se le atribuye a Quevedo y que da título al artículo de hoy: Don sin din, cojones en latín. Yo creo que no es suya, pero me viene muy bien para contarte el tema de esta semana.

Como siempre, vamos al principio.

En la antigüedad, don era un título reservado a personas con un rango social elevado mientras que din era la apócope de dinero.

Con este latinajo se hacía referencia a que para ser alguien debías tener dinero, de lo contrario: cojones en latín o campana sin badajo, que es una variante más fina.

Porque título sin parné no es más que postureo, un quiero y no puedo.

Te estarás preguntando qué tiene que ver todo esto con la historia de nuestro país, esa por la que cada viernes nos tomamos juntos el café.

Verás como está relacionado. En la España de la Ilustración, siglo XVIII, reinaba Carlos III. Conocido como el rey alcalde, llevó a cabo reformas inspiradas en ideas ilustradas, eso sí, que no pusieran en peligro su absolutismo. De ahí el llamado despotismo o absolutismo ilustrado. En una ocasión le dijo a su hijo: «Quien critica los actos de gobierno, comete un delito, aunque tenga razón».

¿Cómo encajamos entonces ambas piezas? Me refiero al rey y al refrán.

Vamos allá, sigue leyendo que te lo cuento. Te va a interesar.

Cuando Carlos III llega a España para reinar, y aquí puedes leer algunas curiosidades sobre él y su reinado a propósito de su apodo, una de las cosas a las que debe hacer frente es a la panda de vagos que se encontró.

Cuidado, que esta vagancia no era tal, sino que respondía a una explicación que hay que ver, una vez más y como siempre, con los ojos y la mente de la época. Sé que a veces cuesta, pero solo así se puede entender la historia.

Aquí es donde ensamblamos el refrán, porque los nobles y hombres de honor no podían trabajar, no estaba bien visto. ¡Aunque vivieran en la pobreza! Si había don, no había labor vil. En otras palabras, España contaba con una pandilla de dones (señores) sin din que impresionó al mismísimo rey.

Con la expulsión de moriscos y judíos, el país asiste a una gran crisis puesto que todos se dedicaban a las armas dejando la manufactura esencial para la economía de un país a los conversos. De ahí, que se concibieran como trabajos viles.

A lo que aspiraban era a la hidalguía, por eso, los hijos de los artesanos no continuaban con los negocios familiares. Preferían ser hidalgos en la pobreza que realizar trabajos que eran tenidos como viles.

¿Cómo se explica la actuación del rey Carlos III?

En una época en la que la corte era habitual y dependía de la monarquía, el rey se vio con un alto número de hidalgos que vivían del cuento o de él, que es como lo entendió. No hacían nada y se alimentaban de las rentas asignadas a las familias.

El problema de Carlos III era doble, por un lado no podía hacer frente a tanto gasto y por otro, estaba obligado a importar determinados productos por la ociosidad de sus súbditos.

¿Qué hizo?

Decretar una ley que decía lo siguiente:

Cédula de Carlos III. Ministerio de Defensa

Declaro que no sólo el oficio de curtidor, sino también los demás artes y oficios del herrero, sastre, zapatero, carpintero y otros a este modo, son honestos y honrados; que el uso de ellos no envilece la familia ni la persona del que lo ejerce; ni la inhabilita para obtener los empleos municipales de la república en que están avecindados los artesanos y menestrales que los ejercitan; y que tampoco han de perjudicar las artes y oficios para el goce y prerrogativas de la hidalguía, a los que la tuvieren legítimamente… siendo exceptuados de esta regla los artistas o menestrales o sus hijos que abandonasen su oficio y el de sus padres y no se dedicaren a otro o a cualesquiera arte o profesión con aplicación y aprovechamiento aunque el abandono sea por causa de riqueza y abundancia; en inteligencia de que mi Consejo, cuando hallare que en tres generaciones de padre, hijo y nieto ha ejercitado y sigue ejercitando una familia el comercio o las fábricas con adelantamientos notables y de utilidad al Estado, me propondrá, según le he prevenido, la distinción que podrá concederse al que se supiese y justificase ser director o cabeza de tal familia que promueve y conserva su aplicación.

Imaginarás que no se aceptó sin más, sino que supuso toda una revolución social, porque los cambios cuestan, más aún si toca madrugar.

Esto ocurrió un 18 de marzo como hoy, pero de 1783.

¿Me cuentas qué te parece?

Si me lees cada semana, es que te gusta lo que escribo, tomarte el café conmigo los viernes o ambas cosas. Por eso, si no te has suscrito, hazlo ya ¡es gratis! y a mí me haces feliz. Si ya perteneces a esta comunidad lectora tan fantástica, gracias por acompañarme en la aventura de las letras.

Formulario de inscripción
Loading

Recuerda que puedes comprar mis libros en Amazon o pedírmelos directamente a mí a través del formulario de contacto de la web.

4 thoughts on “Don sin din, cojones en latín

  1. Me da la impresión que los don o hidalgos actuales son la legión de políticos que no han trabajado en su vida. Parece como si considerarán un deshonor el trabajo. Nunca entendí que nos pueda gobernar gente que nunca jamás ha sido trabajador o trabajadora y los hay a porrillo y en todos los partidos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies