Doña Urraca la Temeraria
La Edad Media fue una etapa de grandes mujeres que hay que rescatar del olvido y una de ella es doña Urraca de quien te voy a hablar hoy, pero si quieres conocer a otras, te invito a pasear por la sección de personajes de la historia. El empoderamiento no es nada nuevo y las féminas de hace siete siglos son un claro ejemplo. Más abajo te cuento por qué.
¿Quieres conocer un poco a doña Urraca, la reina Temeraria? Vamos.
La mujer a quien no pudo hacer sombra ni un solo hombre, aunque muchos lo intentaron. Hija de Alfonso VI y Constanza de Borgoña no contó con una vida fácil en un mundo orquestado por hombres capaces de todo por un trono.
Doña Urraca fue la primera feminista que reinó como consorte y que reivindicó el papel de la mujer en la Edad Media.
Curiosamente, falleció el 8 de marzo, fecha en la que hoy celebramos el día internacional de la mujer, pero en 1126. No podíamos tener mejor patrona.
Su llegada al mundo estuvo marcada por el machismo. ¡Sorpresa! El deseado varón no llegó y además, debido al mal parto, la reina recibió la peor de las noticias: no podría tener más hijos. Para disgusto el que se llevó el padre de la pequeña Urraca y rey que fue mayúsculo. ¿Quién iba a reinar entonces?
Urraca fue la única hija legítima del matrimonio, porque por parte de padre tuvo más hermanos; dos hermanas mayores hijas de amantes y un varón que llegó después de su nacimiento. El niño por el que tanto luchó el rey (no hace falta imaginar que la lucha fue placentera) llegó al mundo gracias a una amante musulmana a la que, por cierto, desposó para alzar al pequeño bastardo como heredero. Este nuevo hermano eliminaba a Urraca de un plumazo del trono.
Doña Urraca la Temeraria fue la protagonista de una vida de película, donde los tejemanejes de los hombres solo le ponían palos en las ruedas. No eran sino los directores que escribían sus escenas.
¿Qué pasó con su vida? Lo mismo que con todas las mujeres de la época, que la casaron. En su caso, con ese matrimonio pasó a ser condesa consorte de Galicia. Con Raimundo, que así se llamaba el marido, tuvo a sus dos primeros hijos, el segundo fue varón y por tanto el heredero.
No puedo asegurar que este primer matrimonio fuera contra su voluntad, pero casi que sí. Si tenemos en cuenta que no pudo elegir a la persona con la que compartiría parte de su vida y que con el matrimonio se le daba un empujón para apartarla del camino al trono de León, pues saca tus propias conclusiones. De heredera de un vasto territorio se ve obligada a conformarse con ser condesa de una pequeña extensión de tierra y además en calidad de consorte.
Pero su destino no era ese y el karma la ayudó, se puso de su parte porque se mueren tanto su marido como ese hermano que llegó para apartarla del trono. ¡Volvía a estar en primera fila en la carrera hacia el reino de León!
No, no te creas que lo tuvo tan fácil. Otra vez su padre se interponía entre ella y la corona. ¡Cómo iba a reinar en solitario una mujer! Que no, que no, de ninguna manera.
La vuelve a casar. Ahora con Alfonso I de Aragón. La finalidad de este enlace era mantener unidos los reinos cristianos frente a los almorávides. De puertas para fuera cumplieron con el objetivo, pero la guerra la libraban en casa, doña Urraca lo acusó de maltrato.
Pese a todo, volvió a tener suerte, porque la relación se rompió. Pero claro, la versión oficial era que el marido repudiaba a la mujer, aunque era ella quien llevaba años pidiendo disolver el enlace.
A partir de aquí, da comienzo ese empoderamiento del que te hablaba al principio, porque la temeraria se negó a casarse otra vez. Había llegado su momento, reinaría en solitario haciendo y deshaciendo mientras solo era fiel a sus instintos. Dirigía su vida en todos los sentidos y esa renuncia al matrimonio no llevaba implícita la retirada del mercado amoroso. No dependía de ningún hombre, aunque tuvo sus amantes y fue madre varias veces más de los dos amantes oficiales.
Con su padre muerto también empezaba el reinado de doña Urraca. Gobernó con mano firme su vida y sus tierras que fue ampliando gracias a sus dotes de estratega.
Fue una mujer de batallas que no se achicó ante las adversidades sin importarle el peligro, de ahí su apodo: la Temeraria.
Por desgracia, pronto terminó todo, porque a los cuarenta y seis años un nuevo embarazo la llevó a la tumba.
Lo más triste es que fue su propio hijo Alfonso, que reinó como Alfonso VII de León más conocido como el Emperador, quien se encargó de censurar con dureza el reinado de su madre condenándola al olvido.
¿Conocías la historia de doña Urraca la Temeraria? Te leo en los comentarios.
Si no pudiste leer el artículo de la semana pasada, te lo dejo por aquí y en este otro enlace tienes el personaje de la historia anterior.
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Apasionante historia. Pero como era reina, ha entrado en el olvido del feminazismo actual. Me encanta lo fácil que narras las cosas. Una crack
Hay que reivindicar el papel destacado de las mujeres a lo largo de la historia. Siempre digo que no hay nada nuevo, no inventamos nada y esto es un claro ejemplo. ¡Todo está inventado! En algunas ocasiones hay mucho trabajo por delante todavía, qué duda cabe.
Gracias por tus palabras, Manolo.