La concubina elegida por Sissi
Si la semana pasada hablamos de las amantes reales, el paseo por la historia a través de sus curiosidades nos centra hoy en la concubina elegida por Sissi.
Es hora de romper la burbuja romántica que envuelve la vida de la emperatriz. En este otro artículo te hablé de su adicción a la cocaína y hoy vamos a descubrir que no fue la protagonista de un matrimonio de cuento de princesas como nos han hecho llegar.
El marido de Sissi también contó con su amante favorita. Ella es Catalina Schratt, la concubina elegida por Sissi.
Esta mujer, que nació el 11 de septiembre de 1853 en la ciudad austriaca de Baden, desde pequeña sintió una profunda vocación artística. Y pese que a sus padres no les agradaba este deseo de su hija por el arte, Catalina consiguió hacer realidad su sueño y pasó sus primeros años como actriz viajando por Alemania, Estados Unidos, el Imperio Ruso y finalmente Austria.
En 1879 se casó con un aristócrata húngaro, Nikolás Kiss de Ittebe, del que se separó al poco de tener a su hijo Anton.
El desarrollo de su vida es bien similar a la de otras concubinas o amantes reales: Elena Sanz o Carmen Moragas que terminaron entre las sábanas reales después de reinar como artistas.
Sabemos que los celos de Sissi ante las amantes de su marido fueron una constante. Nunca se adaptó a la estricta corte vienesa, ella no encajaba allí. Por eso, cuando aceptó que su matrimonio no era más que una farsa, pura ficción, su única obsesión era escapar de Viena, de la vida palaciega. ¿Qué se le ocurrió a la excéntrica de Sissi? Buscarle una compañera al emperador, una mujer que ocupara su sitio en el corazón de Francisco José y que le facilitara a ella la libertad que siempre había anhelado.
Esto sería de puertas para dentro, porque de cara a la galería, ella seguiría siendo la emperatriz. De modo, que esa mujer encargada de darle amor a su marido no podía hacerle sombra a ella en las altas esferas.
¿Cómo llegó a la vida de los emperadores?
En 1873 Catalina interpretó La fierecilla domada en una función de gala con motivo de la conmemoración del veinticinco aniversario de la subida al trono del emperador Francisco José. Aquella fue la primera vez que se vieron.
Diez años más tarde, en pleno éxito de la actriz, la contrató el teatro de la corte y siguiendo la costumbre entre los nuevos artistas contratados por el teatro, la llevaron junto al resto de actores a conocer a la pareja imperial. Francisco José tenía entonces cincuenta y tres años y Catalina tan sólo treinta, pero congeniaron desde la primera mirada.
Dos años después, Catalina tuvo el honor de actuar ante la pareja imperial y el zar Alejandro III. Después invitaron a los actores a cenar y es cuando conoce personalmente a Sissi.
En ella, la emperatriz vio a la mujer perfecta para convertirla en la amantede su marido. Catalina fue la concubina elegida por Sissi a la que Francisco José le puso una lujosa villa cerca del palacio de Schönbrunn. Allí iba a visitarla cada mañana para dar un paseo y desayunar juntos. Sissi llamaba a Catalina ‘buena amiga’; la consideraba de la familia. De algún modo lo era.
La relación entre el emperador Francisco José y Catalina Schratt siempre se movió entre el respeto y la timidez de ambos. Sissi aceptó que el amor no existía en su matrimonio y, lejos de sentir celos, vio en aquella mujer su carta de libertad. Una vía de escape al tumulto cortesano en el que se vio envuelta al llegar a Viena y del que deseó salir desde el momento en el que puso un pie dentro. Un deseo que convirtió en obsesión.
Cuando murió Rodolfo, el heredero, Sissi la llamó para que consolara a Francisco José. Y cuando la opinión pública señaló a Catalina como concubina real, la emperatriz la invitó a tomar el té en palacio.
Y es que el emperador quería tenerla cerca de él siempre. Le pidió que lo acompañara durante las vacaciones de verano en Bad Ischl, donde le compró la «Villa Schratt». Gracias a esta relación, Catalina pudo llevar un estilo de vida acomodado.
Esta relación de buen rollo entre los tres, los emperadores y la concubina elegida por Sissi, otros miembros de la familia real no terminaban de encajarlo, sobre todo, su hija María Valeria.
Ante toda esta información, nos encontramos con dos escenarios. Por un lado, quienes ven en esta pareja un amor platónico, espiritual. Por otro, los que no veían en el trío más que una vergüenza que dañaba la imagen de la familia imperial. De cualquier manera, no existen pruebas que demuestren que la relación de Francisco José y Catalina traspasara los muros de una simple amistad. Una amistad que se prolongó hasta la muerte de Francisco José en 1916.
Incluso cuando habían muerto tanto Sissi como el que fue marido de Catalina, se rumoreó que la pareja se casó en secreto. Pero no es más que eso, un rumor que no se pudo demostrar. Lo que sí es una evidencia es que hasta el final se trataron siempre de usted con el mayor de los respetos en público.
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De nuevo muy interesante escrito Sonia Martínez.
Hace reflexionar sobre las relaciones hombre/ mujer y amor y sexualidad. También sobre el erotismo y el deseo sexual en hombres y mujeres.
El post anterior sobre las concubinas, este sobre la amante favorita y el libro sobre A13 son de gran interés pues tratan el mundo del deseo, de la sutileza amorosa y del enamoramiento de una forma muy delicada, matizada, sugerente…
En realidad, es interesante lo diferentes que pueden llegar a ser las relaciones sentimentales entre las clases altas y las bajas. Son concepciones distintas.
Gracias por tu aportación.
Saludos