La consorte desconocida

La consorte desconocida

El nombre de María Victoria dal Pozzo ¿te dice algo?

Es probable que no. Sigue leyendo porque se trata de una reina consorte que te va a sorprender.

Cuando exilian a Isabel II, las Cortes eligen a Amadeo de Saboya como rey de España, de ahí que lo apodaran el Electo, pues ha sido el único rey elegido que ha tenido nuestro país.

Con Amadeo llegó su esposa, la consorte desconocida, María Victoria dal Pozzo della Cisterna. En realidad, vino a España un poco más tarde y entró por la puerta grande, pues causó mejor impresión entre los diputados que su marido. Era guapa, pero más llamó la atención su cultura que su belleza.

Amadeo de Saboya

Sin embargo, sus apellidos fueron motivo de cachondeo para los españoles de alta y baja alcurnia, porque para chanzas nos apuntamos todos. Así somos los compatriotas y así fueron y también serán.

La nobleza la rechazaba, se sentía sola. Además, como toda consorte, tuvo que sufrir las infidelidades de su marido. Amadeo se encaprichó de Adela de Larra, hija del escritor.

María Victoria no dejó huella en los libros de historia como el resto de las consortes que han contado con mayor o menor presencia entre sus páginas. Sin embargo, fue una mujer que merece que de ella se hable. Por eso, en este blog de historia tiene su lugar.

De una cultura esmerada hablaba además seis idiomas. Como curiosidad, te diré que fue ella la que dijo a las Cortes que se marchaban. Que muchas gracias, pero que ahí se quedaban. Sus palabras exactas fueron «aquí tenéis las llaves, que nosotros nos mudamos». Se marcharon y dejaron el Palacio Real libre otra vez a la espera de la llegada del nuevo inquilino. Y lo hizo ella porque el rey nunca llegó a aprender el español. Tampoco lo intentó. El siguiente en ocuparlo fue Alfonso XII, heredero de Isabel II. Tras el rey Electo regresaron los herederos, pero antes España vivió la I República.

Mira, te voy a contar algo. Tuve dos profesores de historia en el instituto que recuerdo con mucho cariño. Dos personas que sabían de historia lo indecible y que conseguían que durante sus clases no parpadeara. En cambio, me faltó contextualización. Esto es muy importante en historia, porque alrededor de cada rey, acontecimiento histórico, regencia o lo que fuere, hubo siempre anécdotas, personajes secundarios que hacían atractivo el tema principal.

Los detalles son importantes para atraer la atención, para que no olvidemos la historia que aprendemos, para no pasar páginas sin más. Son los preliminares de la historia, así de sencillo.

¿Te imaginas estudiar en veinte años el reinado de Juan Carlos I y no nombrar a Corina, al duque de Palma o todos los conflictos que ha habido alrededor de este rey?

Hecho este inciso, vuelvo a María Victoria. Te decía que no dejó huella en los libros, pero sí en España pese a que no se conoce por lo que hemos comentado unas líneas más arriba.

Una de las figuras principales de la Renaixença, Víctor Balaguer, dijo de la reina «Tiene un rostro de rasgos pronunciados y bellamente correctos. El brillo de sus ojos es especial y su mirada penetrante, su voz es dulce y cariñosa. La conversación instructiva y amena e inspira su presencia, al par que el más profundo respeto, la más afectuosa simpatía. Aunque todos hemos oído hablar de las grandes cualidades que la adornan, la realidad supera nuestras esperanzas y todos salimos prendados de la que había de ser la Reina de España».

La consorte desconocida fue una mujer de trato afable y gran corazón que empatizaba con la gente que tenía alrededor, con su pueblo.

Esto la llevó a crear la primera guardería infantil en España. Como lo lees. Creó e inauguró el Asilo de Lavanderas donde estas mujeres que trabajaban en el Manzanares podían dejar a sus hijos durante su jornada laboral. Se inauguró con el nombre de «Casa del Príncipe» bajo el patronazgo del príncipe de Asturias quien dedicó su asignación como heredero a dicha causa.

Si su marido fue el Electo, ella fue la Virtuosa. Siempre dedicada a obras benéficas con la ayuda de la escritora Concepción Arenal que hacía de intermediaria. Esta reina se preocupó de ayudar a los españoles que lo necesitaban incluso una vez ya fuera de España.

La consorte desconocida falleció joven. Solo contaba con veintinueve años cuando la tuberculosis acabó con la vida de El Ángel de Virtud, la Rosa de Turín, la Reina de las Lavanderas como llamaban a la que quizá ha sido la mejor reina que ha tenido España.

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