Una de vinos

Una de vinos

Vamos a terminar la semana como se merece, con una de vinos.

Sin quererlo ni pretenderlo yo solita me he cerrado varias puertas.

Así, dando un portazo me he ido dejando a toda una cultura sin poder leer «Diario de un amor confinado».

¿Recuerdas? Aquella novela con tintes románticos que está a punto de entrar en el club de las novelas históricas.

Claro que no solo he reducido el posible número de lectores de mi novela, sino que además, yo sería una persona non grata e incluso delincuente para ellos.

Ya, lo sé. Ahora estoy confundiendo a los lectores que me quedan, a los que sí les está permitido leer el Diario. De acuerdo, te lo voy a explicar. Antes, si quieres, puedes echarle un vistazo a la novela por aquí.

Mi amiga Paz, a la que muchos conocéis porque fue protagonista no solo de la novela sino también de su presentación, me ha dejado un libro que tenía muchísimas ganas de leer, «Pretérito imperfecto» de Nieves Concostrina.

Por cierto, subí a Instagram una foto leyendo el libro y ha triunfado sobre todas las demás, superando incluso las de Pompón. Mira, aquí puedes ver la foto.

Dicho esto, dice Nieves en su libro y hablando a propósito de las religiones, algo así como que el consumo del alcohol se trata de manera diferente según seas cristiano, hebreo o musulmán.

Los cristianos tienen vía libre para beber vino, será el hígado de cada cual el que determine la moderación. Los hebreos no lo prohíben, pero bien es cierto que pone muchas pegas y hay que tener en cuenta sus condiciones. Por el contrario, en el polo opuesto a los cristianos se encuentran los musulmanes. Unos desafortunados en cuanto al asunto que nos compete. ¿Por qué? Porque lo tienen completamente prohibido. Vamos que les han hecho una buena faena a los pobres.

Y es que quienes se toman esto en serio lo llevan a límites incompresibles  para quienes nos encontramos en el otro extremo.

Por ejemplo, en Irán ya puedes cuidarte de que te pillen bebiendo vino porque puedes encontrarte con dos opciones: multa o cárcel. Da igual que seas o no musulmán, no te van a preguntar.

Bueno, quizá sí preguntan y si no lo eres tienes multa, pero en caso de serlo, entonces te toca pena de cárcel. Esto lo desconozco.

Lo que sí sé gracias a la lectura de Concostrina es que desde el año 2016, el Ministerio de Cultura iraní prohíbe que se publiquen libros en el país en los que aparezca la palabra vino. ¿Cómo te quedas?

Porque solo leerla ya es considerado un ataque cultural de occidente.

Desde que sé esto, te confieso que tengo sueños en los que estoy rodeada de botellas de vino y ejemplares del Diario e intento esconderlos todos detrás de mí para que no me descubra la policía iraní.

Así que me pregunto qué musulmán se atreverá a leer «Diario de un amor confinado».

Para mí, hay una cosa clara y es que las penas con vino son menos penas y el confinamiento lo llevamos mejor entre sorbito y sorbito. De ahí que naciera esta novela.

Aquí va una de vinos que puedes encontrar en Diario de un amor confinado. Las he contado y hasta 17 veces aparece la palabra ‘vino’. Te cito solo algunos ejemplos y te invito a que busques los demás tú leyendo la novela:

—Esperad, vamos a terminar esa botella de vino que nos abrimos ayer.

—Valery, si no fueras mi mejor amiga, te odiaría. —Se sinceró Paz tras un par de copas de vino y más de tres horas de charla.

Acabé mi copa de vino de un trago movida por los nervios.

Estoy guardando los corchos de todas las botellas de vino que nos estamos bebiendo juntos. Cuando acabe el confinamiento, contaremos cuántas hemos compartido —dije sonriendo.

En cuanto hemos cortado nuestra llamada, he tenido que llamar a las chicas para contarles cómo mi mundo comienza a reconstruirse sobre burbujas de amor y sorbitos de vino.

Mira, a mí prohíbeme lo que sea menos disfrutar de una copa de vino en compañía de mi persona favorita.

Si a ti también te gusta el vino y quieres pasar un rato entretenido, esta es tu novela. Te aseguro que no te dejará indiferente, porque es de esas lecturas que provoca un sentimiento en cada persona. Aquí la puedes comprar.

Antes de despedirme hasta la semana que viene, déjame que te recuerde que puedes suscribirte al blog aquí abajo. Es gratis, no te llevará más de treinta segundos y solo te llegará un correo cada viernes con un nuevo artículo.

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