Una escritora con gato

Una escritora con gato

Ya soy una escritora con gato. Lo sé. Tú estarás pensando:

─Muy bien, escritora con gato ¿y? ¿te parece si hablamos de literatura? que para eso estamos aquí.

Tienes razón, toda además. Pero es que hemos adoptado a un gatito esta semana y tengo que contarte la gran relación que existe entre estos animalillos y los escritores, por ende, con la literatura. Aquí lo tienes, vamos a hablar de libros, literatura y gatos.

¿A que nunca habías pensado en el nexo de los gatos con la literatura?

El gato es un animal muy literario, puesto que los felinos han inspirado a una gran cantidad de escritores a lo largo de la historia, pero esto lo veremos unas líneas más abajo.

Voy a empezar con una confesión que más bien es la realidad de mi vida.

No hay duda de que los gatos son los reyes de las redes sociales. Todas las fotos de Instagram que más likes consiguen tienen un gatito como protagonista. Si a eso le añades que muchas de las escritoras a las que admiro tienen gato, en mi cabeza está la fórmula perfecta.

Mi expectativa: escritora + gato + redes sociales ═ trending topic.

Realidad: escritora + gato (bebé) + redes sociales ═ más trabajo, pocos más likes.

Te resumo mi última semana: tengo más trabajo en casa, menos tiempo para dedicar a las redes sociales y no sé aún lo que es el trending topic.

Los gatos son los reyes de las redes sociales. Clic para tuitear

Antes, los escritores se fotografiaban con sus Olivetti, plumas y escritorios repletos de libros, ahora, la cosa ha cambiado y mucho. En la actualidad, todo escritor respetable debe aparecer fotografiado con su gato (o animal de compañía en su defecto). Por ejemplo, me encanta cuando Nerea Riesco fotografía el día a día de sus gatos o Pilar Eyre hace lo propio con sus perros.

Como todos, las mascotas también tienen nombre y aquí viene mi segundo desengaño con los felinos.

Nerea Riesco, por ejemplo, le ha puesto a uno de sus gatos el nombre de Dante. Me fascina por lo literario y elegante. El escritor F. Scott Fitzgerald, sí el autor de El gran Gatsby, tenía un gato llamado Chopin.

Expectativa: me imaginaba llamando a mi gato Góngora, Rinconete, Fabergé (que tiene que ver mucho con la novela en la que estoy trabajando ahora).

Realidad: los niños eligen y, por supuesto, el nombre nada tiene que ver con los que rondaban mi cabeza. Nuestro gato se llama Pompón.

De modo que, por el momento, ni he elegido el nombre ni han aumentado mis seguidores de Instagram. Pero aviso, ahora que tengo un minino, pienso presumir de él en mis redes.

Sigamos con esos maullidos de escritor y lanzo esta pregunta: ¿Por qué nos llevamos bien los escritores y los gatos?

Son muchas las voces que sostienen que somos parecidos por aquello de solitarios e independientes. El sigilo de un gato no interrumpe la concentración de escritor. Bueno, Pompón adora los teclados e intenta hacerme la competencia.

Cuando no lo dejo encima del teclado.

E incluso hay gatos escritores. Mi amigo Manolo García Sanahuja es el propietario del ya famosísimo gato Madriles, el verdadero autor de sus libros.

Este es Madriles. Puedes comprar aquí sus libros.

Bien, intentando responder a la pregunta, Dickens se cuestionaba si existe mayor regalo que el amor de un gato.

Por su parte, Cocteau afirmaba “me gustan los gatos porque me gusta mi casa. Y porque, poco a poco, se convierten en su alma visible”.

¿Tan importante es entonces para un escritor tener un gato?

Bueno, la respuesta a esta pregunta debe tener tantas respuestas como escritores hay.

Para algunos es una gran fuente de inspiración, así disfrutamos de diversas obras literarias dedicadas a los gatos.

Lope de Vega escribió La gatomaquia donde habla del amor y desamor felino.

Borges dedicó un poema a su gato Beppo “A un gato”.

Un libro muy curioso es el titulado El método Catfullness de Marianna Coppo y Paolo Valentino. Los amantes de los gatos y del mindfulness seguro que encuentran aquí un libro de cabecera ya que une la sabiduría felina con esta disciplina.

Y es que los gatos huelen a poesía. De ahí que Francesco Marciuliano eligiera un título tan sugerente para su poemario Podría hacer pis aquí y otros poemas escritos por gatos.

Dentro de la literatura, también existen leyendas sobre la buena suerte de los gatos. Un buen ejemplo, es el cuento de Perrault El gato con botas.

De lo que no cabe duda es de que se trata de un animal que a lo largo de la historia ha inspirado recelos por ser considerado un animal que atraía a la mala suerte relacionado con la brujería, pero también han sido venerados como en el antiguo Egipto.

Dicen que se trata de un animal misterioso capaz de atraer la abundancia y la fortuna. Y esta, señores, es mi nueva expectativa.

Ayúdame a que se haga realidad, solo tienes que comprar mis novelas y si te gustan, recomendarlas, regalarlas en Navidad o en los cumpleaños.

Si no te gusta leer, no pasa nada, igualmente cómpralas porque puedes usarlas para decorar, que las portadas son bien chulas, para calzar esa mesa que tienes coja o de pisapapeles.

Lo importante es que mi expectativa se convierta en realidad.

¿Me ayudas entonces?

Si te gusta leer y todavía no te has suscrito, este es el momento. Recuerda que la lectura es como el sexo.

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