Cartagena, un puerto de la historia

Cartagena, un puerto de la historia

La ciudad de Cartagena ha visto entrar por su puerto a muchas civilizaciones, así como salir a la monarquía.

Posee uno de los mayores puertos comerciales e industriales de España gracias a la dársena de Escombreras y también una de las principales escalas cruceristas debido a la dársena de Cartagena.

Además, siempre ha estado unido a la Armada con el Arsenal Militar.

El puerto de Cartagena es un puerto de la historia, porque hablar de la ciudad es hacerlo también de historia, pues ambas van de la mano. Si queremos conocerla desde el principio, deberíamos remontarnos a la época de los romanos. Sin embargo, no retrocederemos tanto para comprobar esta relación y descubrir que además es un puerto real por su vinculación a la monarquía.

Cuenta con una historia apasionante y hoy te voy a mostrar unas pinceladas de su importancia.

Comenzaremos en el siglo XVII, nada menos que con Cervantes quien estuvo dos veces en la ciudad y se refirió con estos versos a su puerto en Viaje al Parnaso en 1614:

Con esto, poco a poco llegué al puerto,

al que los de Cartago dieron nombre,

cerrado a todos vientos y encubierto,

a cuyo claro y singular renombre

se postran cuantos puertos el mar baña,

descubre el sol y ha navegado el hombre.

Pero no es la única vez que habla de la ciudad en sus obras, pues Cartagena también aparece en La gitanilla o en Los trabajos de Persiles y Segismunda.

Literatura aparte, el puerto de Cartagena es un puerto de la historia, esa que tiene que ver como la realeza como te decía antes, con la monarquía.

Ahora saltaremos un par de siglos para llegar al XIX, al reinado de Amadeo de Saboya quien entró en España como rey por el puerto de Cartagena a bordo de la fragata Numancia, joya de la corona de la marina. La Numancia se preparó y decoró para alojar al rey, quizá en demasía, pero acorde a las modas de la época. Las crónicas sociales del momento la describieron así: La antecámara tapizada de blanco y azul formando bullones reunidos en el centro de cada marco por un rosetón dorado daba paso a la cámara interior, en la que se hallaba el dormitorio de S.M.

También en su puerto, horas después de llegar a la patria en la que reinaría, conoció la noticia del asesinato de Prim.

Tras su renuncia, sólo aguantó un par de años en el trono, Cartagena vivió una de sus épocas más turbulentas con la llegada de la I República. Desde el principio sufrió el asedio de las tropas del Gobierno central que no le hace la menor gracia perder uno de sus puertos más importantes. Sobre este tema, puedes profundizar en este artículo sobre el sitio de Cartagena.

Acabada la república vuelven los Borbones a España, esta vez con Alfonso XII que, en febrero de 1877, viaja a Cartagena para inaugurar el muelle del puerto que lleva su nombre.

El siguiente Borbón, Alfonso XIII, tiene una relación mucho más estrecha con la ciudad y son varias las visitas oficiales y también extraoficiales a Cartagena y a su puerto de la historia. De todas ellas, te voy a destacar tres.

En 1923, los reyes viajan a Cartagena para inaugurar el monumento a los Héroes de Cavite, a los caídos en la guerra de Cuba. Y entran a la ciudad en barco.

Amaneció un bonito día, algo ventoso, lo que es habitual en Cartagena, sobre todo, en marzo. El viento hacía cantar a las cuerdas de las velas en su roce con el mástil, lo que se conoce como el concierto de los puertos. Y las gaviotas le hacían los coros.

Dentro de este escenario anunciando las once de la mañana el reloj del majestuoso Palacio Consistorial, desembarcamos del acorazado Jaime I. En el puerto, nos recibió una ovación sobrecogedora por parte de los ciudadanos cartageneros concentrados en la Plaza del Ayuntamiento que no querían perderse la inauguración del monumento dedicado a los caídos. La gran mayoría de ellos hijos, hermanos, esposas o padres de los allí presentes. Héroes que o dieron la vida por su patria o volvieron con heridas irreparables.

En los ojos del rey

Quizá, la más recordada sea la noche en la que salió al exilio, el 14 de abril de 1931. Desde su puerto dijo adiós para siempre a su patria.

Después de un largo y tranquilo viaje, llegamos a Cartagena sin novedad. Enfilamos la larga calle Real que nos conduciría al Arsenal. Allí me esperaba el último buque monárquico, el Príncipe Alfonso, que un día después se convertiría en el buque insignia de la II República.

Curiosamente, en mi última visita a aquella ciudad, también llegué a bordo del mismo buque. Pero esa vez, fui recibido con salvas desde el Arsenal, como un rey merece. Por el contrario, la noche que comenzaba mi exilio, llegué de madrugada, sin vítores y casi de incógnito y a escondidas, del mismo modo en que había abandonado Madrid.

En los ojos del rey

Y a ese puerto regresaron sus restos mortales en el año 1980 por expreso deseo de su nieto Juan Carlos I. El rey quiso traer de vuelta a España a su abuelo para que descansara en el panteón de los reyes de El Escorial. Este era el lugar que le correspondía como monarca español que fue. Ese día, don Juan de Borbón, hijo del rey finado y padre del monarca reinante en el momento, se cuadró ante su hijo y le dijo: «Majestad, misión cumplida».

En este artículo puedes leer más sobre la muerte de Alfonso XIII.

Está claro que Cartagena es una ciudad de la historia y con mucha historia y con ella, su puerto.

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