El Madrid de Alfonso XIII

El Madrid de Alfonso XIII

El artículo de esta semana nos lleva a dar un paseo por el Madrid de Alfonso XIII. En él, dos libros se dan la mano para pasear por la ciudad: En los ojos del rey, novela de una servidora y Callejeando por Madrid un fabuloso libro sobre el origen de las calles de la ciudad del escritor Manolo G. Sanahuja. Antes de continuar, es importante que sepas que el verdadero autor de todos los libros de Manolo es su fiel amigo el Gato Madriles.

Tienes la opción de escucharlo como podcast. Este es el enlace para Youtube y este otro para Spotify.

Españoles o extranjeros, cuando vienen a Madrid encuentran diferentes rutas con las que disfrutar de la ciudad: Madrid de las letras, Madrid de los Austrias, Madrid de los Borbones.

Sin embargo, hay un rey que cuenta con mala prensa, pero cuya relevancia en nuestra historia es incuestionable. Él es Alfonso XIII.  Con independencia de sus errores y aciertos, que también los tuvo y en los que puedes profundizar leyendo la novela En los ojos del rey, cabe destacar un paseo por la ciudad durante su reinado. El Madrid de Alfonso XIII merece una ruta que vamos a desgranar a lo largo de este artículo.

La historia es la fue y no la podemos cambiar ni mucho menos borrar. Y el Madrid de Alfonso XIII es parte de nuestra historia más reciente. No sólo es el último Borbón antes de la Democracia, sino el último rey en habitar el palacio Real. La última familia real que vivió entre sus muros fue la de este monarca, la del abuelo de nuestro rey emérito. Por eso, este paseo comienza en ese palacio situado en la calle Bailén.

¿Estás preparado? ¡Comenzamos!

A través del libro Callejeando por Madrid, Manolo nos muestra el origen de las calles de Madrid, su historia, como comprobarás a lo largo de este artículo. Así, descubrimos la historia de la calle Bailén:

«Largo historial tiene esta calle cuya superficie y trazado, con modificaciones a lo largo de los siglos, vienen de los primeros años de existencia de la ciudad, pues se hallaba al pie de la muralla árabe, y posteriormente, dentro del recinto cristiano. En esta época el terreno pertenecía al prior de San Martín. Como Felipe II no quería que nadie edificase cerca del Real Alcázar, obligó a los que habían comprado terrenos al prior, que se los vendiesen a él, al precio de cuatro maravedíes por pie, el doble de lo que les había costado.

Posteriormente, en esta zona Doña María de Córdoba y Aragón fundó el colegio de la Encarnación, lo que hoy es el Senado. Años más tarde, siendo primer secretario de Estado el marqués de Grimaldi, Sabatini construyó un palacio para los ministerios, y en él vivió Manuel Godoy cuando fue el primer ministro y mano derecha de Calos IV. Luego Fernando VII estableció aquí el almirantazgo, y después las Secretarías de Hacienda, Guerra, Gracia y Justicia y Marina.

A lo largo de la historia tuvo varias denominaciones como, calle Nueva, Nueva de Palacio, Regalada Nueva y Caballerizas Nuevas, todos estos nombres hasta 1835 en que fue denominada calle de Bailén, en recuerdo de la batalla ganada a los franceses en esa ciudad».

Ya dentro de los muros del palacio situado en esta calle, a través de la novela En los ojos del rey, entramos en la intimidad de los monarcas. En el capítulo 6 podemos leer:

«Se nos había habilitado la habitación del ala este de palacio con vistas a la calle Bailén, y que había sido ocupada por mi abuela Isabel II y también por la primera esposa de mi padre. Sin embargo, soy Borbón y dicha novedad inglesa me ahogaba».

Alfonso XIII disfrutaba de la vida licenciosa madrileña y le gustaba emplear los túneles famosos de palacio que tan útiles le resultaban en sus salidas furtivas. Unos túneles que lo llevaban a diferentes sitios de la capital. Precisamente, uno de esos lugares era su favorito y a él asistía con asiduidad; me refiero a la taberna El Anciano Rey de los Vinos que se encuentra frente a la catedral de la Almudena. En el capítulo 9 lo podemos comprobar:

«La reina continuaba convaleciente y a mí el tiempo en palacio me ahogaba cada vez más. Todo lo que me rodeaba eran dificultades: mi matrimonio, mis hijos enfermos, los problemas políticos o la mala prensa que cosechaba.

Esto hizo que me adentrara en el regocijo de las salidas furtivas, las escapadas nocturnas y en general, de la vida fuera de palacio. Varias noches, con la finalidad de burlar la seguridad y no ser reconocido por la gente que transitaba por la plaza de Oriente, utilizaba los túneles de palacio que conducían directamente al interior de la taberna de la calle Bailén.»

En este mismo capítulo, recuerda el rey desde el exilio dicha taberna:

«Allí servían y hacían el mejor vermú de Madrid, me pregunto si aún seguirá existiendo esa taberna. Disponíamos de un reservado donde nadie nos podía molestar y departíamos sobre las cosas más triviales durante largas horas».

Siguiendo con el paseo del Madrid de Alfonso XIII, debemos hacer una parada en el Teatro Real situado en la plaza de Isabel II, una plaza que leyendo Callejeando por Madrid descubrimos que no siempre se llamó así. Dice así Manolo:

«Anteriormente era un pequeño espacio que se llamaba Plaza de los Caños del Peral, pues allí se hallaba ubicada esa fuente. Esta plaza desapareció con la reforma urbanística de José I, y se amplió con la anexión de varias calles, para formar el trazado actual. Cambió el nombre por el de la hija de Fernando VII en 1835, pero durante el Sexenio Democrático, adquirió el nombre de Prim. Durante la Guerra Civil de 1936, se llamó Plaza de Fermín Galán, volviendo nuevamente a su nombre de Isabel II tras finalizar la contienda.

A pesar de su nombre oficial, todos los madrileños la conocen como plaza de Ópera, porque allí está el Teatro Real, conocido también por el Teatro de la Ópera».

Precisamente, dentro del Teatro Real, los reyes conocieron el asesinato de Eduardo Dato. Dice así Alfonso XIII en el capítulo 12 de la novela En los ojos del rey:

«La noche de su asesinato, la reina y yo estábamos en el Teatro Real apoyando con nuestra presencia la representación de Tannhauser. El domingo ya había asistido parte de la familia real y aquella noche estaba previsto que fuéramos nosotros. Allí recibí la triste noticia. La rabia y la indignación que sentí provocaron que el rostro se me encendiera como la grana. Me levanté con tanto ímpetu del sillón que este cayó al suelo provocando un ruido seco. Los presentes en el patio de butacas se sobresaltaron mirando hacia el palco real de dónde provenía el ruido.»

Seguimos nuestro paseo y llegamos ahora a la Puerta del Sol.

El Gato Madriles, en el libro Callejeando por Madrid, comenta: «De hecho, me enfado mucho cuando los extranjeros o foráneos de Madrid hablan de la Plaza de Sol o del Sol. Si fuese humano les metía una patada en el culo a todos».

«La antigua Puerta del Sol, no era tal, sino una especie de fortificación entre las calles de Carretas y Montera, y fue construida durante la Guerra de las Comunidades en el siglo XVI para repeler los ataques de las tropas de Carlos I. Se llamó del Sol porque tenía al astro rey pintado sobre la puerta de entrada y estaba orientada hacia levante. Esta pequeña fortaleza fue demolida en 1570.

En esta plaza ha habido, a lo largo de la historia, importantes edificios como la Iglesia del Buen Suceso, el Convento de San Felipe el Real o el Convento de Nuestra Señora de las Victorias. No en vano, estamos ante la plaza más importante de Madrid, considerada como el centro de la ciudad, y quizás también la más importante de España pues, delante de la Casa de Correos, la actual Sede de la Comunidad de Madrid, se encuentra el kilómetro 0 de todas las carreteras nacionales de la península».

Hay una anécdota de este rey en la famosa Puerta del Sol que no es muy conocida.

En el capítulo 2 dice:

 «Nadie sabe que un año antes del exilio, el 31 de diciembre de 1930, tomé las uvas como un ciudadano más junto al resto de madrileños que se agolpaban frente al reloj de la Puerta del Sol. Allí despedí el año y di la bienvenida al que, aunque todavía lo desconocía, no sería mi año».

Allí llevó a la pareja formada por Agatha Christie y su marido Max Mallowan a quiénes conoció en un viaje a Palmira. Los reyes invitaron a la pareja a pasar la Nochevieja en palacio y después de la cena, el rey, alguno de sus hijos y el matrimonio inglés fueron a Sol. En este otro artículo puedes conocer el origen de la tradición de las uvas en Nochevieja.

Si hay una calle con un significado especial en Madrid para Alfonso XIII, esa es la calle Mayor. Este paseo por el Madrid del abuelo del rey emérito acaba en este lugar donde vivió uno de los momentos más desagradables y terroríficos de su vida. Fue el día de su enlace con Victoria Eugenia de Battenberg cuando sufrió un atentado a manos del anarquista Mateo Morral.

En el capítulo 6 de la novela dice el rey:

«A nuestro paso por el número ochenta y ocho de la calle Mayor, un anarquista catalán llamado Morral, lanzó un ramo de flores que escondía una bomba casera hacia la comitiva real. El objetivo era nuestra carroza y cayó sobre los caballos que de ella tiraban. En las calles, que estaban engalanadas con flores y banderas de España e Inglaterra, se escuchaban vítores, vivas y gritos de «guapa» dirigidos a la reina.

Esta algarabía pronto se truncó en gritos de terror, alaridos y pavor tornándose el espacio ocupado por la comitiva real en humo, sangre, terror y cadáveres que formaban un espectáculo terrorífico.

Los caballos y uno de los lacayos de nuestra carroza quedaron decapitados ante nuestra mirada aterrada. Ena temblaba mientras se aferraba a mi brazo con una fuerza sobrecogedora. Miraba a todos lados con la incredulidad y sensación de estar participando en una película de terror, pero con la templanza que solo ella sabe tener, pues asomada a la ventana de la carroza calmaba a la gente que allí se encontraba».

El origen de esta calle lo explica muy bien Manolo en su libro Callejeando por Madrid: «A lo largo de la historia, ha tenido muchos y variados nombres. Entre la calle Bailén y Plaza de la Villa, se llamó de la Almudena, porque en este tramo estuvo la iglesia de Santa María de la Almudena, demolida en 1868.

El siguiente tramo hasta poco antes de la actual plaza del Comandante las Morenas, se llamó Platerías, porque ahí se estableció el gremio de plateros.

Y hasta la Puerta del Sol, adquirió el nombre de calle Mayor, porque era la más extensa de la Villa en sus inicios.

Entre 1936 y 1939, el gobierno republicano hizo que la calle se llamase de Mateo Morral, el anarquista que atentó contra Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia el día de su boda».

Una idea muy tropical esta por falta de conocimiento de la historia, pero algo habitual en nuestros políticos. En este artículo puedes comprobarlo.

Espero que hayas disfrutado de este paseo por el Madrid de Alfonso XIII, partiendo de las experiencias descritas en estas obras. Pero ambos libros son más, mucho más. Si te gusta esta maravillosa ciudad, Callejeando por Madrid es un gran libro para conocer el origen de sus calles contadas de la manera más entretenida y amena gracias a Manolo y el Gato Madriles.

La novela En los ojos del rey te llevará de una forma muy personal y distinta a conocer quién fue realmente Alfonso XIII, quizás una de las figuras españolas más denostadas, probablemente por desconocimiento de su vida y sus andanzas, y que descubre de una forma apasionante la personalidad de este monarca.

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