Alfonso XIII y la pornografía

Alfonso XIII y la pornografía

Pornografía. ¡Cuántas líneas se podrían escribir sobre este tema! Y si juntamos Alfonso XIII y la pornografía, tenemos el binomio perfecto. Porque la monarquía vende ¡y lo sabes! No te cuento ya Alfonso XIII.

Hoy me valdré de la pornografía (que también vende y mucho) para poner sobre la mesa la censura en la que nos encontramos. ¿Estás preparado? Comenzamos. Recuerda que si prefieres escucharme en vez de leerme puedes hacerlo en Spotify, YouTube en cualquier plataforma de podcast.

La sexualidad es algo que acompaña al hombre desde la creación y, lejos de hacer un tabú de ella, nuestros ancestros la normalizaban.

La pornografía es una práctica cuya invención no nos pertenece, sino que ya existía desde tiempos remotos y fue en el siglo XIX cuando comenzó a usarse el término. Es evidente que difería a lo que hoy entendemos como tal, pues no existían las revistas ni el cine, pero sí los libros. ¡Ay, los libros, qué importantes son y qué subestimados los tenemos! La prehistoria nos deja evidencia de ella a través de los dibujos en los que los órganos sexuales se representaban de manera exagerada. Sin embargo, su función, más que buscar la excitación era la de invocar a los dioses de la fecundidad.

La palabra es aún más antigua que la propia Roma ya que es griega. Po un lado, porné significa prostituta y, por otro, grafía es dibujo o escrito. Y la RAE la define como «presentación abierta y cruda del sexo que pretende buscar excitación».

La existencia de esta práctica en Roma nos llega a través del arte, literatura e inscripciones. Es habitual encontrar en mosaicos, estatuas y objetos personales con temática sexual, lo que hoy entendemos como pornografía. Para los romanos, el sexo era un regalo de Venus, la diosa del amor, por eso no había que despreciarlo ni ocultarlo.

Es verdad también que esto contrasta con la importancia que le daban al pudor, pero se era libre de gozar de los placeres de Venus siempre que se hiciera según lo considerado correcto socialmente. También tenían sus normas, que en la intimidad no obedecían obligatoriamente.

Hasta tal punto estaba bien vista la pornografía que era considerada de buen gusto. Era algo habitual, de ahí que mostrar el cuerpo desnudo de una mujer en frescos, por ejemplo, no se censurase. Los pezones femeninos no se difuminaban ni pintaban rombos o corazones encima para ocultarlos. Te digo que los romanos se sorprenderían de la censura de Instagram, la de los modernos, sí. Para ellos la pornografía no era obscena, ni mucho menos. Para que te hagas una idea, las casas podían estar decoradas con los mismos motivos eróticos que los burdeles.

Fue con el cristianismo cuando todo cambia escondiendo el cuerpo hasta denigrarlo. Pero antes, ya te digo que podías comer con tus hijos en casa frente a un cuadro de temática erótica e incluso pornográfica sin que esto supusiera un problema.

El problema lo encontramos al intentar comprender el pasado con los ojos del presente. Ahí sí que hay un gran problema.

¿Eran unos pervertidos? Pues los habría, claro que sí. Igual de cierto que si conocemos las costumbres de esa época, sabremos que el empleo de estas imágenes pornográficas servían para celebrar la fertilidad como te decía antes. Así, por ejemplo, Leda se acuesta con Zeus y tiene muchos hijos, es fértil, el valor más deseado para la mujer romana que, cuantos más hijos tuviera, mejor vista era.

Ya digo que dentro de la arbitrariedad sexual contaban con unas normas en las que, por supuesto, los hombres eran los grandes beneficiados.

Viajando a nuestra época, haremos una parada en el siglo XX para centrarnos en el monarca Alfonso XIII: el Borbón que introdujo la pornografía en España.

Es en este momento cuando surge un sinónimo de la palabra pornografía y pasamos a hablar de sicalipsis.

Si hay una palabra que llama especialmente la atención en la novela En los ojos del rey, sin duda, es sicalipsis. Un término que ha impactado y sorprendido a lectores de distintas generaciones.

Te confieso que los comienzos de mi relación con el rey Alfonso XIII fueron algo tormentosos. Sí, me costó empatizar con él, no congeniábamos, no encontraba puntos en común con una persona que carecía de sentimientos, que frivolizaba con asuntos importantes y coleccionaba conquistas. Poco a poco, tras mucho leer y más imaginar, acabé encontrando ese punto humano que respondía sólo a la falta de atención, cariño y exceso de servilismo que lo condenaron a protagonizar una vida carente de sensibilidad y ser necesitado de amor, de sinceridad.

 Sin embargo, qué iba yo a sospechar mientras relataba su vida a través de mi pluma (mis teclas, en realidad) que aquel granuja, cien años más tarde, tendría conmigo algo en común, convirtiéndose la pimienta de la novela en el punto convergente. Mientras Alfonso XIII introduce la sicalipsis en España, yo la introduzco en el diccionario de muchos de mis lectores, a la vez, que otros se alegran de volver a leer un término bien sonoro, un tanto anacrónico, pero que, por el contrario, sigue tan en boga como antaño y más, mucho más.

¿Qué es entonces la sicalipsis?

No es otra cosa que sinónimo de obsceno o pornográfico y la RAE lo define como «malicia sexual, picardía erótica». Pero ¿de dónde procede el término?, ¿cuál es su etimología? En verdad, el vocablo sicalipsis es una creación comercial de principios del siglo XX, que aparece por primera vez en 1902 para anunciar una obra pornográfica en el diario El Liberal de Madrid. La crearon unos publicistas y está formado caprichosamente por la unión de las palabras griegas; sykon cuyo significado es higo y aleipsis, untar. Por lo que la sicalipsis no es otra cosa que el frotamiento del higo. No obstante, se emplea con más frecuencia el adjetivo que de ella se deriva: sicalíptico, convirtiéndose en la entrada empleada para las fiestas, orgías, películas, reuniones, imágenes… de los añorados, que no dorados en España, años 20.

      Una vez claro este término, ¿por qué Alfonso XIII fue el Borbón más sicalíptico? ¿Qué relación tiene la sicalipsis con un rey? Si quieres conocer la respuesta, sólo tienes que leer la novela En los ojos del rey, además descubrirás cómo fue en realidad el último Borbón antes de la Democracia. Te advierto de que se trata de una novela adictiva, si empiezas, no podrás dejarla.

¿Quién dijo que la historia era aburrida? Puedes leer más sobre Alfonso XIII a través de estos artículos:

Te espero la próxima semana para dar un nuevo paseo por el pasado, mientras tanto, disfruta del presente. No olvides suscribirte y compartir si te ha gustado.

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